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Las huellas son un tipo especial de fósil, pues aunque no nos dicen con claridad la identidad específica de quién las hizo, si nos revelan cosas interesantes sobre la biología del autor. Con las huellas existe un tipo de nomenclatura distinta a la clásica nomenclatura biológica, pues existen varias posibilidades: 1) el dueño no es conocido en el registro fósil, 2) la huella puede ser de una especie conocida, pero en un estado de desarrollo específico (por ejemplo, un joven o un deforme) y 3) la huella puede ser muy similar a la producida por varios candidatos. De ahí que los icnotaxones (nombres científicos de las huellas) no se liguen directamente a ninguna especie conocida.
Thalassinoides, un icnotaxón del Jurásico producido por crustáceos que excavaron madrigueras en el suelo marino. Un icnotaxón puede representar no sólo huellas, sino también madrigueras, orificios, perforaciones, pistas, rastros, coprolitos, gastrolitos, regurgitalitos, nidos, minas de hojas, señales de mordeduras, secreciones estructuradas de la actividad de organismos como capullos, cápsulas de pupas, telas de arañas y agallas de las plantas.
Las icnitas (huellas fósiles) nos pueden revelar aspectos que serían muy difíciles de indagar por otros medios. Algunas nos aportan información sobre la velocidad de movimiento del dueño, la forma en la que caminaban o corrían, cómo nadaban, su peso e incluso cómo descansaban. Tal es el caso de un grupo de huellas de la formación Moenave encontradas en una granja en el denominado sitio St. George. Esta localidad del Jurásico temprano se destaca por la abundante presencia de icnofósiles entre los que destacan grietas de desecación, marcas de lluvia, marcas de oleaje y abundantes huellas de dinosaurios, tanto caminando como nadando e incluso reposando tranquilamente en las riberas.
Algunos icnofósiles de St. George. De izquieda a derecha y de arriba a abajo: marcas de grietas de desecación, marcas de gotas de lluvia, huella de dinosaurio terópodo, marcas de rizaduras de oleaje de fondo, marcas de rizaduras de oleaje de playa y múltiples huellas de dinosaurios terópodos nadando.
En 2009 un grupo de investigadores publicó el hallazgo de la primer evidencia en incnofósiles de dinosaurios carnívoros descansando. El hallazgo es importante porque data de una época en la que el linaje de las aves aún no se había diferenciado y porque el dueño de las huellas representa una morfología típica de un dinosaurio primitivo y por lo tanto se puede extrapolar a otros dinosaurios más avanzados. La evidencia indica que los terópodos primitivos (como el que dejó la huella) reposaban descansando las manos tal y como las aves modernas, con las palmas hacia arriba y los dedos apuntando hacia adentro.
A) Huellas fósiles originales. B) Huellas delineadas, en rojo las del dinosaurio descansando. A la derecha ilustración de un Dilophosaurus wetherilli en la posición adecuada de descanso, ilustración por Heather Kyoht Luterman.
Este descubrimiento se suma a los muchos que han tenido lugar en las décadas recientes que apuntan cada vez más a que muchas de las características normalmente postuladas como avianas, evolucionaron en realidad mucho antes, en sus ancestros reptilianos.
FUENTE PRINCIPAL:
Milner, A. R., Harris, J. D., Lockley, M. G., Kirkland, J. I., & Matthews, N. A. (2009). Bird-like anatomy, posture, and behavior revealed by an Early Jurassic theropod dinosaur resting trace. PloS one, 4(3), e4591.
Buen articulo, ¿pero también podían dormir sentados como las aves?
ResponderEliminarHola
EliminarEs posible, aunque Mei long nos da una mejor idea de cómo dormían.
Saludos.