martes, 22 de mayo de 2012

¿Invalidando la teoría de la Evolución Biológica? (Parte 2 de 2)


Tomado del Blog hermano Bios et al. (Artículo Por: Roberto Díaz Sibaja, administrador de este blog)

El presente manuscrito es la continuación de un documento donde se trata de desestimar la teoría de la evolución biológica por medio de argumentos que confunden al lector y le hacen pensar que el argumentante a favor del creacionismo y el diseño inteligente tiene la razón. Sin duda es un documento que vale la pena analizar para evitar futuras confusiones al respecto de la evolución. Así pues, comencemos con los argumentos.

Profesor: La evolución siempre va de animales pequeños a más grandes. Esa es una prueba importante de la evolución.
Alumno: Pero profesor, ¿por qué las plantas y animales antiguos son a menudo más grandes que los modernos?
El argumento del profesor en este caso es un completo sinsentido, un absurdo que raya en lo ofensivo. La evolución no se trata solo de animales como él sugiere y ningún evolucionista versado se pronunciará en pos de un argumento tan fatídico. El gigantismo –o el fenómeno inverso: el enanismo- se produce independientemente de la supuesta dirección evolutiva que el profesor indica. Sí, hay gigantes, pero también hay enanos y el gigantismo no es indicativo o señal de evolución –el indicio como lo mencioné anteriormente es la frecuencia génica de la población-. Ahora bien, existen tendencias evolutivas, estas no son inamovibles y tienen diferentes sentidos, dependiendo del grupo biológico que se aborde. Por ejemplo, la tendencia de los dinosaurios saurópodos (los famosos “cuellos largos”) era aumentar su talla corporal (en general) y la de las aves fue la reducción de dicha talla (tendencia que después revertirían muchas ocasiones). El aumento o decremento en el tamaño no es en lo absoluto prueba de evolución.

Figura 1. Ejemplo de un grupo biológico con tendencias al gigantismo (Sauropodomorpha). Ilustraciones de Kawasaki Satoshi. Las especies no representan una escala progresiva de ancestro-descendiente.

Profesor: Debido a que la evolución ha ocurrido lenta y gradualmente, cada estrato en la columna geológica contiene sus propios fósiles distintivos.
Alumno: Pero profesor, ¿por qué entonces la mayoría de los fósiles están mezclados en la mayoría de los estratos?
La aseveración del profesor sobre que en cada estrato de la “columna geológica” hay fósiles distintivos es cierta. Sin embargo, no existe algo así como una columna mundial única, sino que esta se construye de forma local, en cada lugar que sabemos contiene fósiles o que sirve como referencia a eventos geológicos importantes (vulcanismo, separación de placas tectónicas, impactos extraterrestres, etc.). Tomando en cuenta eventos globales, se procede a la reconstrucción de la columna a nivel ya no local sino regional (por ejemplo la columna del Pleistoceno norteamericano), después estas columnas regionales se unen a otras para perfilar una generalidad global. A pesar de esto, las columnas locales son mucho más informativas puesto que pueden darnos información sobre la evolución de la biota local –y finalmente eso es lo que realmente nos importa-. Ahora bien, un fósil índice es aquel que sirve como indicador de cierto período o edad geológica y que cumple con los requisitos de haber estado ampliamente distribuido, haber vivido poco tiempo y ser muy distintivo y relativamente fácil de encontrar; por lo tanto un fósil índice sirve para datar un estrato de roca en particular puesto que sólo vivió durante ese período de tiempo. Para ahondar en esto debemos saber que existen dos métodos de datación de rocas: la absoluta y la relativa. La datación absoluta es la famosa datación radiométrica (aquella donde se miden proporciones de isótopos, se establece la relación de decaimiento de estos en otros elementos y se obtiene la edad de la roca con un rango de error mínimo), esta técnica es muy exacta, pero es costosa y requiere un laboratorio que se especialice en ello. La otra técnica se basa en el uso de fósiles índice o guía; estos son tan exclusivos de cada estrato que podemos saber con certeza a qué edad corresponde por ejemplo, en Norteamérica el Pleistoceno abarca desde hace 2.5Ma hasta hace unos 10,000 años por lo que saber a qué parte de este período estamos estudiando es crucial; ahora bien, los bisontes (Bison spp.) llegaron a Norteamérica durante el Rancholabreano (que duró de hace 160,000 a 9,500 años antes del presente) por lo que el hallazgo de estos rumiantes indica con seguridad que estamos viendo una biota de esta edad. Este ejemplo es utilizado repetidas ocasiones siempre y cuando exista una datación absoluta previa que nos permita asegurar la edad del estrato de interés. Ahora bien, el planteamiento del alumno “los fósiles aparecen mezclados” es falsa y carece de evidencias que lo soporten. Es por esto que no encontramos aves en el Devónico, humanos en el Mesozoico, mamíferos en el Cámbrico, etc.

Figura 2. Los fósiles índices son generalmente invertebrados, aquí un ejemplo.

Profesor: Por millones de años, las plantas y animales han muerto y se han transformado en fósiles. De ahí vienen todos los fósiles.
Alumno: Pero profesor, ¿porqué hoy en día no se generan fósiles nuevos?
El argumento del profesor no tiene nada que ver con la evolución, pero desestima el proceso de formación de fósiles. Un fósil es cualquier vestigio de organismos vivos o su actividad que se haya preservado y que –por acuerdo- tenga una edad superior a los 10,000 años. Esto supone un problema: no se forman fósiles nuevos porque ¡no hay tiempo suficiente! ¿Cómo podrían formarse un fósil si no estaremos 10,000 años ahí para verlo en el acto? Esto podría parecer un argumento circular pero en realidad no lo es, el proceso de fosilización no ha sido medido meticulosamente debido a que las condiciones del ambiente de deposición –lugar donde se fosilizan los restos- son únicas a cada sitio y estas condiciones pueden retardar o acelerar el proceso de formación de fósiles; así como hay lugares que por la cantidad de minerales disueltas en el agua más las condiciones favorables formarán fósiles en poco tiempo –relativo- y otros sitios con condiciones menos favorables lo harán –si acaso- en mucho más tiempo, he ahí que medir el tiempo de fosilización “general” sea prácticamente imposible. Consideremos únicamente a los huesos y dientes como fósiles (aunque debemos tener presente siempre que existen muchos tipos más de fósiles), existe algo denominado subfósiles que son restos –generalmente esqueléticos- que presentan un estado de conservación muy bueno y que poseen cierto grado de litificación (transformación en roca), esto debido a que las condiciones en las que permanecieron estos restos no propiciaron su fosilización “completa”. Estos subfósiles abundan en muchas partes del mundo y son muy importantes pues la porción orgánica en ellos ayuda a estudios de datación por carbono 14 (los fósiles ‘completos’ o ‘verdaderos’ no son útiles pues la técnica del carbono 14 lleva a cabo en la porción de colágeno del fósil, que quedó del organismo vivo), secuenciación de ADN, estudios proteómicos (el estudio de la estructura y función de las proteínas), estudios de relaciones filogenéticas (que muestran las relaciones evolutivas entre especies), etc. Ejemplos de subfósiles famosos los encontramos con ganados (Bos taurus y Equus ferus caballus) en Norteamérica, megápodos gigantes en Nueva Caledonia, Neandertales en Francia, Bisontes y Mamutes lanudos en Siberia y Alaska, etc. Así que como podemos ver, si hay fósiles en proceso de formación pero no podremos ver la formación de uno de la noche a la mañana, por supuesto que podemos montar un experimento en condiciones óptimas y ver qué sucede pero –con mucha seguridad- el experimento será denunciado como uno que no representa la naturaleza “real” de la fosilización: in situ.

Figura 3. Ejemplos de subfósiles. A. Mamut (Mammuthus primigenius) congelado, B. Bisonte (Bison priscus) congelado, C. Huevo de pájaro elefante (Aepyornis maximus), D. Restos de megápodo gigante (Sylviornis neocaledoniae), E. Cráneo de lémur perezoso (Pachylemur insignis), F. Hemimandíbula de ciervo gigante (Megaloceros giganteus) y G. Cráneo de Neandertal (Homo neanderthalensis).

Profesor: Ningún fósil se ha encontrado antes del Cámbrico debido a que los tejidos suaves nunca se conservan.
Alumno: Pero profesor, ¿qué hay de todas las partes suaves –incluyendo las características más pequeñas y delicadas- encontradas en el paso Burgess, en el noroeste y en otros lugares?
Aquí el argumento es falso, erróneo y pretende distraer al lector del asunto importante: la evolución biológica como un hecho. La declaración del profesor es falsa, si se conocen fósiles precámbricos, aquí hemos mostrado solo una diminuta fracción de ellos y los restos blandos si se preservan –anteriormente hablé un poco de los lagerstätten. Ahora bien, en el precámbrico se ha encontrado toda una serie de bacterias, eucariontes como algas cafés, doradas, verdes, diatomeas, amebas, etc. ¡Inclusive se han hallado embriones animales!, a finales del ‘precámbrico’ aparecen en el registro fósil los primeros organismos pluricelulares: la biota Ediacárica y al final de la secuencia de esta biota aparecen los primeros animales con conchas, luego sucede un “boom” evolutivo conocido como la explosión cámbrica. No cabe duda que el autor del documento donde se plasman estas ideas desconoce mucho sobre el registro fósil puesto que omite sistemáticamente estos hallazgos tan importantes (más si consideramos que el “precámbrico” con vida microscópica que ha dejado restos fósiles duró aproximadamente 2,765 millones de años). El nombre correcto de la biota que menciona es “Esquisto de Burguess” o simplemente “Burguess Shale” y no es el único lagerstätte conocido. Estos yacimientos se agrupan en dos grandes categorías: los que poseen fósiles en cantidad (Konzentrat-Lagerstätten) y los que los poseen en calidad (Konservat-Lagerstätten). A continuación la lista de los más famosos de estos sitios fosilíferos.

Figura 4. Listado de algunos lagerstätte famosos. En Ediacara destacan los primeros pluricelulares, en Doushantuo la presencia de los primeros animales del registro fósil así como embriones, en Chengjiang los primeros animales de filos conocidos, en Fezouata los equinodermos más completos y raros, en Solnhofen la primera ave (Archie), en las Hoyas la primer ave con álula y en Rancho La Brea una colección sin precedentes de una comunidad de la era de hielo. Mayoría de las ilustraciones Kawasaki Satoshi.

Profesor: Una de las más grandes pruebas de la evolución serían los animales que sólo encontramos en su forma fósil.
Alumno: Pero profesor, ¿cómo la extinción prueba la evolución? Esta por sí misma no tiene nada que ver con la evolución.
Este argumento es ambivalentemente bizarro pues la declaración del profesor es falsa (la extinción no es prueba de evolución) y ningún científico evolutivo sostiene este fenómeno como evidencia evolutiva –basta abrir un libro de texto de evolución universitario y visitar el capítulo obligado “Evidencias sobre la evolución” para constatar esta declaración. Por otro lado, el alumno tiene toda la razón: “la extinción no prueba la evolución”. Pero el registro fósil tampoco prueba la creación. Si miramos fríamente y sin cuidado o entrenamiento especial al registro fósil, veremos sólo una sucesión de especies; infortunadamente para los proponentes del D.I. la observación meticulosa muestra que el registro se ajusta al modelo de “complejidad creciente” así como también se ajusta a las predicciones evolutivas sobre organismos menos derivados en la base y más derivados en la cima de la columna (los términos “más evolucionado” y “menos evolucionado” no son válidos), posee fósiles transicionales, etc.

Profesor: Los fósiles vivientes son una evidencia sorprendente de la evolución. El Celacanto había estado extinto desde el Cretácico –hace 50 millones de años (sic)- y recientemente se lo halló en las costas de África.
Alumno: Pero profesor, ¿Dónde se escondió estos 50 millones de años (sic)? ¿Hibernó todo el tiempo (sic)? La peor parte es que había sido clasificado como un fósil índice cerca de un siglo, ¿Qué le hace eso a la teoría de la datación?
El término “fósiles vivientes” es incorrecto, un vestigio litificado de un organismo que tiene más de 10,000 años de antigüedad no puede estar vivo, el término apropiado es taxa pancrónicos, pues no son los organismos quienes “sobreviven” son los taxa (grupos como géneros, familias, superfamilias, órdenes, etc.) y en realidad no sobreviven, solo que sufren muy pocos cambios morfológicos con respecto a sus parientes que están representados en el registro fósil, es decir: a pesar que lucen muy similares si han evolucionado. Los taxa pancrónicos no son prueba de la evolución, solo ventanas al pasado de la biota del planeta. Una de las cosas curiosas de este argumento es que el Cretácico finalizó hace 65.5 millones de años, hace 50 millones de años la tierra atravesaba un período llamado Eoceno –el Mesozoico había terminado hace ya 15 millones y medio de años ¡más de 4 veces el tiempo desde los Australopitecos a los Humanos!-. Las preguntas del alumno podrían resultar cómicas pero rayan en la ignorancia sobre el funcionamiento del mundo biológico y por lo tanto son trágicas. El Celacanto de hoy en realidad incluye dos especies Latimeria chalumnae y Latimeria menadoensis y estos NO estaban presentes durante el Cretácico, estos peces son tan modernos como nosotros (de ahí que resulte ridículo la idea de una hibernación por millones de años). La familia Latimeriidae –a la que pertenecen estos “fósiles vivientes”- existe desde el Triásico, no desde el Cretácico y de hecho los verdaderos celacantos (género Coelacanthus) existen desde el Pérmico (299 Ma) pero pertenecen a otra familia de peces de aletas lobuladas (Clase Sarcopterygii), grupo que existe desde el Silúrico (418 Ma). El que el género los celacantos modernos (Latimeria) no esté presente en el registro fósil no representa ningún problema, se conocen otros casos similares a lo largo de la historia de la vida en la tierra y cuando un grupo no está representado (generalmente por malas condiciones de fosilización) y “aparece” súbitamente en el registro posterior es conocido como linaje fantasma, esos linajes son comunes y “dejan de serlo” cuando se encuentran los fósiles que hacen falta, algo que seguramente pasará con los fantasmagóricos celacantos cenozoicos. El argumento del joven sobre la utilidad del celacanto moderno como fósil índice es falsa pues no cumplen con los requerimientos para serlo, los fósiles índices del cretácico son algas microscópicas como cocolitofóridos y moluscos (Figura 12), por ello el descubrimiento de un sarcopterigio vivo no supone nada para la datación –que por cierto no es una teoría, es una técnica-.

Figura 5. Familia Latimeridae a lo largo del tiempo, nótese que los celacantos modernos no aparecen en el registro fósil. Ilustraciones superiores de Animal Diversity Web.

Profesor: Los dinosaurios quizá sean una de las más sorprendentes evidencias de la evolución.
Alumno: Pero profesor, todo lo que prueban los dinosaurios es que alguna vez hubo una terrible catástrofe y que los animales se extinguieron. La catástrofe entra en conflicto con el uniformitarismo y la extinción no es evidencia de evolución.
Los dinosaurios son una de las más grandes muestras del éxito de un grupo de organismos en el planeta, ellos vivieron cerca de 160 millones de años (¡800 veces lo que lleva nuestra especie en el planeta!) y el estudio de los dinosaurios no solo prueba que existió una catástrofe, puesto que para comenzar ellos sobrevivieron a dos extinciones en masa. La primera de ellas marcó el límite entre el Triásico –dominado por criaturas “arcaicas”- y el Jurásico –cuna de muchos grupos de animales “modernos”-; la segunda extinción a la que sobrevivieron fue la que marcó el final del Mesozoico y abrió la puerta al Cenozoico, esta fue la famosa extinción K/T (Cretácico/Terciaria), en la que no solo se extinguieron animales como clama el alumno, también se extinguió todo un gran grupo de plantas con semillas llamadas Benetitales, plancton calcáreo y con mucha seguridad innumerables especies de otros microorganismos. Los dinosaurios también son un punto clave para comprender el origen de la biodiversidad contemporánea, puesto que estos reptiles dieron origen a las aves durante el Jurásico superior (por ello menciono que sobrevivieron a la extinción K/T), cuando lea estas líneas no piense en dinosaurios de cuello largo (saurópodos) o dinosaurios acorazados (estegosaurios, anquilosaurios, tricerátopos, etc.), piense en pequeños dinosaurios carnívoros del tamaño de un pollo a una paloma. La evidencia es tanta y tan abrumadora que tomaría otro artículo el desplegar solo una parte de ella. La segunda parte del argumento se refiere a la corriente de pensamiento geológica del siglo XIX contraria al uniformitarismo de Hutton: el catastrofismo de Cuvier (ambas corrientes anteriores al evolucionismo por selección natural de Darwin). Este establece que la tierra no pasó por cambios graduales sino que fue alterada súbitamente por catástrofes de origen divino. El argumento de Cuvier era eminentemente religioso –pues decía que tras cada extinción había una nueva creación- y fue uno de los últimos intentos serios de desestimar el registro fósil por parte de un científico; Cuvier no poseía evidencias de estas “catástrofes” y uno de sus argumentos más utilizado era circular, él decía que los fósiles se encontraban en rocas sedimentarias y estas reflejaban inundaciones repentinas y grandes diluvios; como los fósiles son encontrados casi siempre en estas rocas –salvo por verdaderas rarezas- y dado que los ambientes de deposición de la Inglaterra Victoriana eran casi todos costeros, Cuvier sostenía que la prueba era lo que en realidad quería probar (esto equivale a probar la existencia de la mona lisa únicamente con la pintura homónima). Por supuesto esta corriente no sobrevivió al escrutinio de estudios posteriores. Hoy en día se tiende a confundir al catastrofismo con la evidencia de extinciones masivas, la diferencia estriba en que tras cada extinción en masa existen sobrevivientes que más adelante evolucionan, radiando hacia nuevos nichos y “llenando” el hueco dejado por la extinción, en el catastrofismo TODOS los organismos se extinguían y luego eran creados nuevamente. Finalmente, el alumno tiene razón: la extinción no es evidencia de extinción, pero tenemos evidencia de que tras una extinción existe radiación evolutiva.

Figura 6. Principales extinciones en masa, los períodos entre los que sucedieron y (derecha) principales “víctimas” de dichas extinciones.

Profesor: Sólo los fósiles más recientes pueden contener residuos de aminoácidos en ellos.
Alumno: Pero profesor, ¿Por qué entonces los residuos de aminoácidos son encontrados en fósiles de todos los niveles de los estratos –hasta el Cámbrico-¿ ¡Esto muestra que ninguno de los estratos es realmente antiguo!
La parte de la Paleontología que estudia la química de los fósiles es conocida como Geoquímica y esta rama de la ciencia nos muestra la falsedad del argumento del alumno. Si el profesor se refiere a ADN (cuyos constituyentes principales son los nucleótidos y no los aminoácidos), estudios recientes muestran que esta molécula es inestable y al paso de 100,000 años –en promedio- esta se desnaturaliza (se transforma en compuestos más simples y sin estructura compleja como el mismo ADN). Si se refiere a las proteínas (cuyos componentes principales son aminoácidos), la declaración que sólo los fósiles más recientes los contienen es falsa; se han logrado extraer con éxito proteínas de restos de Tyrannosaurus rex e incluso la Paleoproteómica (rama que se encarga del estudio de proteínas antiguas) ha confirmado este notable hallazgo en otras criaturas como radiolarios, bivalvos, etc. No existe información de proteínas intactas del Cámbrico (542Ma) o etapas anteriores al Cretácico superior (70 – 65.5Ma que fue cuando vivió el T-rex), por lo que la declaración del alumno es falsa, esto debido a que al igual que el ADN, las proteínas también se desnaturalizan –algunas rápido, otras muy lento-, lo más que podemos encontrar en las rocas son bioindicadores (substancias resultantes únicamente de la desnaturalización de proteínas y otros compuestos orgánicos y que por lo tanto no pueden proceder de compuestos inorgánicos), los más antiguos son la evidencia más antiguas de la existencia de eucariontes y los sitúan (con evidencia palpable en la roca) hace unos 2,700Ma. Por otro lado, el uso de isotopos estables (formas alternativas de elementos químicos, con más o menos número de neutrones en el núcleo que no se transforman en otros elementos) ha indicado que la fotosíntesis inició hace 3,700Ma (firma de Uranio) y que la vida tiene ¡por lo menos 3,800Ma de existir (firma de Carbono)!
¡La paleontología moderna ya no es sólo sobre huesos y dientes! Las nuevas aportaciones de la emergente paleobiología parecen ser mucho más fructuosas que aquellas de la era dorada de la paleontlogía, hoy conocemos más de lo que sabíamos hace 50 años y sin dudas año con año sabremos más y más sobre la historia de la vida en la tierra, en un futuro no muy lejano las principales dudas sobre la evolución de ciertos grupos quedarán subsanadas en tanto el ritmo de trabajo de los paleontólogos siga así. Las objeciones en contra de la evolución biológica seguirán y quizá se enfoquen hacia problemas que los biólogos moleculares deberán resolver. Sin lugar a dudas, la evolución siempre dará de que hablar.



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