Cuando hablamos de coloraciones inferidas a partir de fósiles, generalmente vienen a la mente dinosaurios y si acaso, reptiles marinos. Y si uno es un paleofriki LV99 seguro que sabe del caso de la coloración de una serpiente del Mioceno de España. Pero ¿cómo es posible saber esto?
Fósil de ratón del Plioceno con trazas de coloración pigmentaria. Tomado de Manning et al. (2020).
Bueno, esto únicamente es posible con fósiles que preserven en tres dimensiones estructuras subcelulares de la piel o el integumento (escamas, plumas y ahora pelo). Y se puede hacer gracias a que los colores dependen de corpúsculos llenos de pigmento que producen células especializadas. Y estos corpúsculos tienen formas y tamaños distintos dependiendo del tipo de pigmento que portan. Además de que sus densidades varían y permiten llevar a cabo reconstrucciones de color. Para un detalle más amplio de esto, les recomiendo este post: "Bolitas de colores", donde explico a detalle el asunto.
Sinosauropteryx prima, uno de los pocos dinosaurios con colores conocidos e incluso, sus patrones. Reconstrucción de Bob Nicholls.
En un estudio publicado en Nature, paleontólogos llevaron a cabo un estudio de este tipo, encontrando no los corpúsculos independientes en el pelaje, sino analizando éste en busca de pigmentos antiguos. Y encontraron precisamente eso, con ayuda de espectrometría: los restos de un pigmento llamado "feomelanina". Este produce coloraciones rojizas en los animales.
Resultados de la espectrometría XANES (absorción de rayos X), donde podemos ver los espectros del fósil de ratón (Apodemus atavus), con muestra de hueso, pelaje y matriz de roca, así como (abajo) los espectros de diferentes compuestos químicos y la correspondencia del pelaje del ratón con los picos de benzotiazol, un derivado de la feomelanina. Tomado de Manning et al. (2020).
Y es gracias a este estudio que ahora sabemos que los pigmentos pueden sobrevivir al proceso de fosilización. Al menos unos 3 millones de años, que es la edad que posee el ratón analizado, un Apodemus atavus del Plioceno que vivió en lo que hoy es Alemania.
Reconstrucción del aspecto en vida de Apodemus atavus en su ambiente. Reconstrucción de la Universidad de Manchester.
Gracias a estos tipos de estudios sabemos ahora algo nuevo sobre las coloraciones pigmentarias: que sí se conservan en el registro fósil y que es posible estudiarlas sin necesidad de observación de feomelanosomas (corpúsculos subcelulares producidos por melanocitos). Esperemos que esto abra la puerta para conocer más sobre los colores de animales extintos.
Fuente:
Manning, P. L., Edwards, N. P., Bergmann, U., Anné, J., Sellers, W. I., van Veelen, A., ... & van Dongen, B. E. (2019). Pheomelanin pigment remnants mapped in fossils of an extinct mammal. Nature communications, 10(1), 1-13.
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