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viernes, 31 de julio de 2020

Mamífero fósil pelirrojo

Cuando hablamos de coloraciones inferidas a partir de fósiles, generalmente vienen a la mente dinosaurios y si acaso, reptiles marinos. Y si uno es un paleofriki LV99 seguro que sabe del caso de la coloración de una serpiente del Mioceno de España. Pero ¿cómo es posible saber esto?

Fósil de ratón del Plioceno con trazas de coloración pigmentaria. Tomado de Manning et al. (2020).

Bueno, esto únicamente es posible con fósiles que preserven en tres dimensiones estructuras subcelulares de la piel o el integumento (escamas, plumas y ahora pelo). Y se puede hacer gracias a que los colores dependen de corpúsculos llenos de pigmento que producen células especializadas. Y estos corpúsculos tienen formas y tamaños distintos dependiendo del tipo de pigmento que portan. Además de que sus densidades varían y permiten llevar a cabo reconstrucciones de color. Para un detalle más amplio de esto, les recomiendo este post: "Bolitas de colores", donde explico a detalle el asunto.

Sinosauropteryx prima, uno de los pocos dinosaurios con colores conocidos e incluso, sus patrones. Reconstrucción de Bob Nicholls.

En un estudio publicado en Nature, paleontólogos llevaron a cabo un estudio de este tipo, encontrando no los corpúsculos independientes en el pelaje, sino analizando éste en busca de pigmentos antiguos. Y encontraron precisamente eso, con ayuda de espectrometría: los restos de un pigmento llamado "feomelanina". Este produce coloraciones rojizas en los animales.

Resultados de la espectrometría XANES (absorción de rayos X), donde podemos ver los espectros del fósil de ratón (Apodemus atavus), con muestra de hueso, pelaje y matriz de roca, así como (abajo) los espectros de diferentes compuestos químicos y la correspondencia del pelaje del ratón con los picos de benzotiazol, un derivado de la feomelanina. Tomado de Manning et al. (2020).

Y es gracias a este estudio que ahora sabemos que los pigmentos pueden sobrevivir al proceso de fosilización. Al menos unos 3 millones de años, que es la edad que posee el ratón analizado, un Apodemus atavus del Plioceno que vivió en lo que hoy es Alemania.

Reconstrucción del aspecto en vida de Apodemus atavus en su ambiente. Reconstrucción de la Universidad de Manchester.

Gracias a estos tipos de estudios sabemos ahora algo nuevo sobre las coloraciones pigmentarias: que sí se conservan en el registro fósil y que es posible estudiarlas sin necesidad de observación de feomelanosomas (corpúsculos subcelulares producidos por melanocitos). Esperemos que esto abra la puerta para conocer más sobre los colores de animales extintos.

Fuente:
Manning, P. L., Edwards, N. P., Bergmann, U., Anné, J., Sellers, W. I., van Veelen, A., ... & van Dongen, B. E. (2019). Pheomelanin pigment remnants mapped in fossils of an extinct mammal. Nature communications, 10(1), 1-13.

jueves, 19 de octubre de 2017

¿Hay fósiles en el abismo?

Si eres un paleonerd curioso como yo, seguramente alguna vez en la vida te has preguntado si hay fósiles (macroscópicos) en las profundidades del abismo. Yo hice la pregunta a mis profesores de paleontología y me dijeron con toda honestidad que no sabían. Después de todo, ¿cómo saber si hay fósiles en el abismo o no? Y no me refiero a que algún ocioso arrojara un fósil hacia el fondo del mar, sino a que se formen ahí debajo fósiles. Suena lógico, pues el fondo oceánico tiene cuencas sedimentarias y los procesos que ocurren en zonas más superficiales también pasan en el abismo. Pero... ¿se ha encontrado alguno? ¿hay paleoabismólogos?

Localización del hallazgo de fósiles abisales que detallaré a continuación. Tomado de Ichishima et al. (2016).

Pues resulta que sí hay fósiles abisales y les traigo un ejemplo. A finales del año pasado se descubrió en aguas profundas de las costas de Brasil una nueva especie de zífido: Africanacetus gracilis. El hallazgo se produjo en sedimentos de la dorsal de Sao Paulo (Sao Paulo Ridge), a 2,864 m de profundidad, que técnicamente es la zona batial, pero con fines de comunicación me referiré a esta zona profunda por el nombre de "abismo" (no confundir entonces con la zona abisal, ubicada por encima de los 4,0000 metros bajo las olas).

Cráneo fósil de Africanacetus gracilis in situ. Tomado de Ichishima et al. (2016).

Los zifios son un grupo de cetáceos con dientes que se caracterizan por tener cuerpos largos y esbeltos, así como por los "tusks" (grandes dientes en forma de colmillo) de sus mandíbulas inferiores (que dicho sea de paso, sólo presentan algunas especies). Estos animales son algunos de los cetáceos menos estudiados, por la dificultad de observarlos directamente.

Representantes de los zífidos actuales a escala. Obra del artista Chen Yu.

El hallazgo de Africanacetus gracilis se basa en un cráneo bastante bien preservado que ha sido fechado en unos 5 millones de años, lo que lo ubica dentro del límite del Mioceno y el Plioceno. Su formación es bastante interesante, pues los autores del estudio concluyen que la ballena murió en aguas no tan profundas, fue cubierta casi de inmediato por cenizas volcánicas, se fosilizó y reapareció (por procesos de erosión submarina) hace 5 millones de años, momento cuando encontró su entierro final y el depósito de una capa externa de hierro y maganeso.

Modelo de cómo se formó el fósil del zifio en el abismo. Tomado de Ichishima et al. (2016).

Esta forma de fosilizar no sólo es bastante curiosa, sino que además supone que los hallazgos de fósiles de profundidad deben ser más comunes de lo que sospechábamos, el lío es obtener los recursos para obtener la indumentaria necesaria para excavar a dichas profundidades, recordemos que ahí abajo, la presión es tal que aplastaría a un ser humano y por ende, necesitamos máquinas que hagan el trabajo por nosotros. Africanacetus gracilis fue un zifio de talla pequeña (para un miembro de su familia), de entre 5.5 y 6 metros de longitud que seguramente se comportaba como sus parientes, descendiendo a la zona batial para alimentarse por succión de calamares, peces y algunos invertebrados.

Ficha gráfica de Africanacetus gracilis y su talla estimada. Silueta de Chris Huh (tomada de phylopic.org), cráneo de el Museo de Nueva Zelanda.

El hallazgo de este zifio sacia la curiosidad de muchos y responde a la pregunta: ¿hay fósiles en el abismo? Sí, si hay y este es un campo que recién estamos estudiando.

Fuente principal:
Ichishima, H., Augustin, A. H., Toyofuku, T., & Kitazato, H. (2016). A new species of Africanacetus (Odontoceti: Ziphiidae) found on the deep ocean floor off the coast of Brazil. Deep Sea Research Part II: Topical Studies in Oceanography.

jueves, 28 de septiembre de 2017

¿Qué mató al megalodón?

El megalodón (Meg para los cuates, megalodonte para los viejitos) fue el tiburón más grande que haya existido. Este bicho genera mucha controversia, desde su nombre científico válido (Carcharodon megalodon,Carcharocles megalodon e incluso Otodus megalodon), hasta su tamaño (12 a 24 metros de largo)... Pero algo es seguro: se extinguió a finales del Plioceno, aproximadamente hace 2.6 millones de años, aunque a los criptozoólogos no les guste esto.

Posible apariencia (hasta eso se debate de este animal) y talla de megalodón por el artista Chen Yu.

Su extinción es un misterio... O mejor dicho, era. Las hipótesis eran muy diversas e incluían desde catástrofes severas, a un cambio súbito en la composición de sus presas habituales. Sin embargo, un estudio reciente revela pistas sobre su desaparición. Tras estudiar detenidamente los patrones de distribución de la especie, junto con su temporalidad y la idoneidad de hábitat (medida en términos de temperatura del agua), un equipo de investigación concluyó que la extinción de megalodón empezó antes de lo sospechado, desde el Mioceno tardío, hace aproximadamente 6 millones de años (3.4 millones de años antes de lo pensado).

Distribución por edad de megalodón. En el Mioceno temprano surgió este depredador, continuó proliferando hasta el Mioceno tardío, donde comenzó su declive y para el Plioceno ya estaba en vías de extinción. Tomado y modificado de Pimiento et al. (2016).

Esta disminución guarda relación con las temperaturas oceánicas, pero también hay un patrón curioso. Para el fin de sus tiempos, megalodón habitaba en zonas poco óptimas para la especie. Aunque en los medios es frecuente ver megalodones cazando ballenas, la relación presa-depredador es hipotética, es decir, no estamos 100% seguros que megalodón cazara, pero es altamente probable. Además, el declive de megalodón a finales del Mioceno coincide con una baja súbita en la pérdida de diversidad de ballenas, tanto misticetas (con barbas) como odontocetas (con dientes). Dado esto, podemos aseverar que la falta de recursos alimenticios (ya fueran obtenidos carroñeando o cazando), más el cambio climático, fueron los principales factores en la desaparición de este gigante.

En sus últimos días, megalodón vivía en zonas poco adecuadas para la especie. Estas eran su último refugio. Tomado de Pimiento et al. (2016).

Este estudio es el primero en presentar evidencias de distribución, cronología e idoneidad de hábitat para Carcharocles megalodon, esperemos que abra la puerta a nuevos estudios que confirmen o refuten las hipótesis que surgieron de este estudio.

Reconstrucción artística de megalodón cazando ballenas barbadas antiguas. Arte por Jaime Chirinos.

Fuente:
Pimiento, C., MacFadden, B. J., Clements, C. F., Varela, S., Jaramillo, C., Velez‐Juarbe, J., & Silliman, B. R. (2016). Geographical distribution patterns of Carcharocles megalodon over time reveal clues about extinction mechanisms. Journal of Biogeography, 43(8), 1645-1655.

domingo, 22 de mayo de 2016

PALEOFICHA: Sivatherium giganteum

Nombre común: Sivaterio gigante.

Nombre científico: Sivatherium giganteum (si-va-te-ri-um   gi-gan-te-um).

Significado del nombre: "Bestia gigante de Shiva", del griego θηρῐ́ον, traducido al latín como "thēríon", animal, más el nombre de la deidad Hindú Shiva (pues se descubrió en los Himalayas, la zona donde según la mitología, reside Shiva). El epíteto específico es el nominativo neutro singular del latín "giganteus", que significa gigante.

Descrito por: Falconer y Cautley en 1836*.

Grupo taxonómico: Pertenece al orden Cetartiodactyla (mamíferos de pezuñas pares + cetáceos), al suborden Ruminantia (mamíferos con rumen verdadero), al grupo Pecora (rumiantes con cuernos y premolares molariformes), a la familia Giraffidae (que agrupa a las modernas jirafas y okapíes) y a la extinta subfamilia Sivatheriinae, que agrupaba jirafas robustas de cuellos relativamente cortos.

Cráneo, pata y cuerno de S. giganteum, en el Museo de Historia Natural de Londres. Fotografía de (CC) Ghedoghedo.

Rango temporal: Plio-Pleistoceno (ca. 3.5-2.5 millones de años).

Encontrado en: Originalmente en el valle del río Markanda, en las montañas Sivalik, India. También se conoce de Pakistán, en el mismo rango geográfico.

Conocido a partir de: Un cráneo casi completo, restos de cuernos, patas delanteras completas, patas traseras a partir del fémur y dientes aislados; el material pertenece a diferentes individuos.

Reconstrucción de S. giganteum por Joaquín Eng Ponce, asesorada por un servidor, composición propia.

Curiosidades: Lo primero que salta a la vista es que su nombre tiene un "origen divino", pero a que no sabes qué tiene que ver este jiráfido extinto con Batman y Arrow... ¿Te rindes? Bueno, pues que la zona donde se descubrió el holotipo se conoce también como "Manak Parbat" y si eres fan de DC comics sabrás que ese nombre (más la ciudad mítica de Shangri-La) son la inspiración de Nanda Parbat. En esta ciudad ficticia Batman aprendió algunos trucos de ocultismo y son la sede de la Liga de Asesinos (o liga de las sombras) en la serie televisiva de Arrow. Dejando de lado lo freak, cuando se describió originalmente la especie se asignó al ahora inexistente grupo Pachydermata ("piel gruesa"), un grupo que incluía elefantes, rinocerontes, hipopótamos y algunos animales como tapires y caballos. La confusión procede de la robustez de las patas, pues muestran adaptaciones graviportales (patas para soportar grandes pesos), incluso se le comparó con el elefante por su tamaño y pesada complexión (aunque sí se sabía que era un jiráfido, pero se pensaba era un vínculo evolutivo entre los artiodáctilos y los paquidermos, hoy sabemos que eso no es correcto). Este "jirafante" es el más grande de todos los jiráfidos vivos o extintos y esto se corroboró este año (2016) con un estudio que estimó su masa corporal en 1,246 Kg promedio, con un rango superior de 1,812 Kg y uno inferior de 875 Kg. Y recordemos, en biología lo "grande" se evalúa con la masa corporal, no con la altura, pues si consideramos este último factor, las jirafas modernas son más altas, pero no más pesadas, pues en promedio pesan 1,228 Kg, aunque hay algunos machos colosales que pueden llegar a pesar hasta 1,932 Kg. 

*Descripción original: Falconer, H. y  Cautley, P. T. (1836). Sivatherium giganteum, a new fossil ruminant genus, from the valley of the Markanda, in the Sivalik branch of the Sub-Himalayan Mountains. Journal of the Asiatic Society of Bengal: 38–50.

PALEOFICHAS ANTERIORES:

2. Diplodocus spp.
3. Lystrosaurus spp.
5. Paraceratherium spp.
9. Diplomystus spp.


Literatura consultada:


Basu, C., Falkingham, P. L., & Hutchinson, J. R. (2016). The extinct, giant giraffid Sivatherium giganteum: skeletal reconstruction and body mass estimation. Biology letters, 12(1), 20150940.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Panthera blytheae y el origen de los panterinos

Los gatos, vivos y extintos pertenecen a la familia Felidae. Este grupo se originó en Eurasia hace unos 25 millones de años, durante el Oligoceno tardío e incluye cuatro subfamilias: los proailurinos (posibles ancestros de todos los gatos), los macairodontinos (donde se sitúan los dientes de sable), los panterinos (donde se encuentran los grandes gatos) y los felinos (que contiene a los gatos, linces, pumas, chitas, entre otros). Hoy en día, los panterinos son los superdepredadores de sus ecosistemas y fungen un rol muy importante en ellos.

Relaciones evolutivas de los gatos. Los tiempos de divergencia son estimados a partir de información molecular. *Fe de erratas: en la imagen, la divergencia entre panterinos y felinos no tiene tiempos distintos, ambos se originaron hace aproximadamente 10.8 Ma. 

Sin embargo, poco sabemos sobre los primeros panterinos. Los miembros fósiles más antiguos proceden de África, pero los análisis moleculares indican que su génesis tuvo lugar en alguna parte de Asia. Esta aparente paradoja tuvo resolución el mes pasado con la descripción de un nuevo gran gato, su nombre es Panthera blytheae y representa al panterino más viejo conocido. Sus restos se hallaron en 2010 en una expedición a la cuenca Zanda, en el Tíbet y datan del Mioceno tardío-Plioceno temprano, con una edad estimada entre hace 4.1 y 5.95 millones de años.

Reconstrucción de Panthera blytheae por Mauricio Antón. A la derecha el cráneo original hallado en el Tíbet.

Una de las cosas importantes es clarificar que aunque es el más antiguo conocido, no es el más primitivo, lo que nos indica que aún nos falta mucho por descubrir sobre los antiguos grandes gatos de Asia. Panthera blytheae pertenece a un género relativamente nuevo de panterinos (Panthera) y existe al menos otro género más primitivo, Neofelis que contiene dos especies N. nebulosa y N. diardi. El estudio de P. blytheae revela que era morfológicamente similar al actual leopardo de las nieves (Panthera uncia o Uncia uncia), aunque presentaba características tanto avanzadas como primitivas.

Filogenia de los félidos con la inclusión de Panthera blytheae (cráneo en negro). Los colores en los extremos y en los círculos en los nodos representan el rango geográfico ancestral del grupo. Modificado de Tseng et al. (2013).

Finalmente, el estudio filogenético arroja que al rededor del 75% de los procesos de divergencia de especies de panterinos ocurrió tan temprano como hace 7 millones de años, durante el Mioceno. Los autores de su descripción creen que el levantamiento de la meseta del Tíbet pudo haber influenciado fuertemente el origen y diversificación de los grandes gatos.

FUENTE PRINCIPAL:
Tseng, Z. J., Wang, X., Slater, G. J., Takeuchi, G. T., Li, Q., Liu, J., & Xie, G. (2014). Himalayan fossils of the oldest known pantherine establish ancient origin of big cats. Proceedings of the Royal Society B: Biological Sciences, 281(1774), 20132686.

sábado, 13 de julio de 2013

¿Sabías que? Hipopótamos 2


¿Sabías que existieron hipopótamos fuera de África continental?

Este tema es la continuación de la serie ¿Sabías que? con hipopótamos. En la primera parte (clic aquí para ver), vimos los orígenes de los hipopótamos, conocimos a las dos especies vivientes y cuáles son sus características principales, dimensiones, estatus de conservación y distribución.

Comparación entre las especies actuales de hipopótamo. Al fondo el hipopótamo común (Hippopotamus amphibius) y al frente el hipopótamo pigmeo (Choeropsis liberiensis). Ambos especímenes están a escala y representan individuos adultos. Ilustración de autor desconocido.

La familia Hipopotamidae existe desde al menos 21 millones de años (Mioceno temprano) y es un grupo de artiodáctilos relativamente joven que surgió casi al mismo tiempo que otros grupos importantes como los bóvidos, jiráfidos y antilocápridos. Durante su historia evolutiva generaron poca diversidad morfológica y no se conoce alguna forma que no haya sido anfibia al menos en parte. Es probable que fueran de distintos colores o que los primeros hayan tenido una capa de pelo delgada, pero como las partes blandas generalmente no se conservan, no sabemos si estas hipótesis son correctas.

Distribución fósil de la familia Hippopotamidae. Tomado de Paleobiology Database.

Si observamos la distribución actual de los hipopótamos notaremos que 1) El hipopótamo común (Hippopotamus amphibius) es el más ampliamente distribuido y que 2) no hay hipopótamos fuera de África continental. Sin embargo, el registro fósil nos cuenta otra historia, una con hipopótamos en Europa y Asia.

Distribución de las únicas especies de hipopótamo moderno. Izquierda, el hipopótamo común. Derecha, el hipopótamo pigmeo, en rojo la población extinta de esta especie. Mapas de IUCNredlist.

Entre los hipopótamos no africanos encontramos al hipopótamo antiguo o hipopótamo europeo (Hippopotamus antiquus). Esta especie surgió hace unos 2 millones de años, durante el Pleistoceno temprano y fue uno de los hipopótamos más grandes de la tierra, siendo superado sólo por el colosal Hipoppotamus gorgops. A diferencia de su primo africano, el hipopótamo común que también habito partes de Europa, el hipopótamo antiguo surgió en Europa y se extinguió de ella al final de la última glaciación, hace unos 10,000 años.

Reconstrucción de Hippopotamus antiquus y su distribución en la base de datos de la Paleobiology Database. Reconstrucción del Museo Sedgwick.

El hipopótamo enano de Creta (Hippopotamus creutzburgi) fue un hipopótamo que medía entre 1.1 y 1.2 metros de altura a la cruz. Estas dimensiones hacen que sea mayor que el pequeño hipopótamo pigmeo actual. Se cree que los ancestros de esta especie llegaron a Creta durante el Pleistoceno medio, hace unos 800,000 años; durante la desecación del mar Mediterráneo.

Reconstrucción de Hippopotamus creutzburgi y el delineado del tamaño de un hipopótamo común y su distribución pretérita en Creta. Reconstrucción de Alex Vlachos, mapa de Wikipedia.

Otra especie insular fue el hipopótamo pigmeo de Chipre (Hippopotamus minor). Estos pequeñines pesaban unos 200 Kg, medían unos 76 cm de altura a la cruz y alcanzaban 1.2 m de longitud. Estas dimensiones los hacen más pequeños que el actual hipopótamo pigmeo, pero a diferencia de este último, esta talla fue alcanzada por un proceso llamado enanismo insular. Se cree que esta especie llegó a la isla durante el Pleistoceno inferior o medio, tiempo suficiente como para reducir su talla. Se extinguieron por completo entre hace 11,000 y 9,000 años y algunos investigadores creen que el arribo humano jugó un rol clave en su desaparición, pues no contaban con ningún depredador natural.

Esqueleto reconstruido de Hippopotamus minor y su distribución pretérita (círculo verde en el mapa). Fotografía de Michiel Gilissen, mapa de Wikipedia.

El hipopótamo enano de Malta (Hippopotamus meltensis) fue otra especie producto del aislamiento geográfico y el enanismo insular. Se conoce de una única localidad, la Cueva de Ghar Dalam, al sureste de la isla. Arribó durante la desecación del Mediterráneo, hace unos 800,000 años y se extinguió hace unos 180,000 años, mucho antes que cualquier humano pisara la isla. Comparte esta historia el hipopótamo enano de Sicilia (Hippopotamus pentlandi), una especie que pesaba 320 Kg, lo que lo pone en el rango de peso del hipopótamo de Creta.

Esqueleto reconstruido de Hippopotamus pentlandi en el Museo Geologico Gemmellaro. Fotografía de Vincenzo Patricolo. Cerca del hocico un fémur de elefántido y sobre el dorso, al fondo, cuernos de Uro (Bos primigenius).

Algunos hipopótamos insulares europeos comparados con el hipopótamo común (a). (b) H. pentlandi, (c) H. creutzburgi, (d) H. minor. Reconstrucciones de S. maugeri. Barra de escala de 2 metros.

En el pasado existieron hipopótamos insulares en lo que hoy es Madagascar, se trata de las especies: Hippopotamus madagascariensisHippopotamus lemerlei e Hippopotamus laloumena. Se cree que estos tres hipopótamos son descendientes enanos del hipopótamo común que cruzó el canal de Mozambique en algún punto durante el Pleistoceno medio cuando los niveles del mar eran menores que en la actualidad. La evidencia morfológica, especialmente la de sus dientes apoya esta hipótesis, pues se ha querido asignar a H. madagascariensis al género Hexaprotodon, pero estos tenían tres pares de incisivos y los Hippopotamus sólo dos pares.

Especies y ubicación de hallazgos de hipopótamos de Madagascar. Modificado de la imagen original mostrada en el sitio del Museo de Historia Natural de Londres.

Los fósiles de H. lemerlei son encontrados cerca de ríos, en depósitos de antiguos ríos y lagos, lo que junto a sus ojos situados en lo alto de su cabeza, sugieren un estilo de vida semejante al del hipopótamo común, con hábitos acuáticos. Esta especie es conocida en el suroeste de Madagascar y siempre es encontrada en depósitos fluviales o lacustres. Su masa estimada es de 374 Kg. Este hipopótamo es conocido además de subfósiles datados en hace 1,000 años de antigüedad, lo que supone que esta especie aún existía cuando los humanos arribaron a Madagascar y podría explicar los míticos animales moradores de los ríos de la cultura Malgache.

Cráneo de Hippopotamus lemerlei (NHM M82190). Tomado del sitio del Museo de Historia Natural de Londres. Note que el hocico es largo, que el margen de la órbita es grueso y que el molar debajo del margen delantero de la órbita es el último (m3).

Por otro lado, los fósiles del H. madagascariensis son encontrados en tierras altas y en lo que otrora fuera selva. Esto y sus ojos, situados a los lados de la cabeza más que en la parte alta de la cabeza, sugieren un estilo de vida semejante al del hipopótamo pigmeo actual. Existe cierta discrepancia sobre si este hipopótamo está más emparentado al hipopótamo común o al pigmeo, pero de momento, el consenso indica que es un descendiente del hipopótamo común africano. Esta especie es conocida de la parte norte de la isla y al parecer no coexistió en el mismo espacio que su primo acuático. Su masa estimada es de 393 Kg.

Cráneo de Hippopotamus madagascariensis (NHM M7093). Tomado del sitio del Museo de Historia Natural de Londres. Note que el hocico es corto, que el margen de la órbita es delgado y que el molar debajo del margen delantero de la órbita es el penúltimo (m2).

La tercer especie, H. laloumena fue nombrada en 1990 a partir de una mandíbula inferior incompleta y restos de extremidades, encontrados cerca de Mananjary, en la costa este de la isla. En 2010 se describieron más restos, encontrados en depósitos del sitio Belobaka, al noroeste de la isla; estos tenían una antigüedad de 20,000 años y constan de los premolares segundos y terceros que son distintos a los de las otras dos especies y validan su estatus como una nueva especie. A diferencia de las otras dos especies de Madagascar, H. laloumena era casi del mismo tamaño de el actual hipopótamo común.

Otra especie no africana fue el Hippopotamus behemoth, un hipopótamo ligeramente mayor al hipopótamo común, pero menor que Hippopotamus antiquus e Hippopotamus gorgops. Esta especie fue endémica y sólo se conoce del Pleistoceno medio de Israel y Siria, entre hace 700,000 y 600,000 años. El nombre de esta bestia está inspirada en un monstruo mítico de la biblia cuya descripción coincide con la de un hipopótamo común, animal al que los israelitas no estaban acostumbrados y que les causó temor y respeto.

Pintura de William Blake donde se muestra al Behemoth (en el centro) con forma intermedia entre hipopótamo y elefante. Es probable que el mito de dicha bestia se haya originado observando hipopótamos comunes.

Contrario al género Hippopotamus que se restringió a África, Europa y una pequeña parte de Medio Oriente, existió un género más antiguo y ampliamente distribuido: Hexaprotodon. Estos hipopótamos eran menos acuáticos y se diferencian del género Hippopotamus en que en lugar de dos pares, tenían tres pares de incisivos. El hipopótamo pigmeo actual es a veces incluido en este género, sin embargo la evidencia muestra que su similitud es mera convergencia evolutiva y que el pequeñín moderno merece su género propio: Choeropsis.

Hembra de Choeropsis liberiensis con su cría. Fotografía de Photorator.

Si bien el género Hexaprotodon es principalmente Asiático, encontramos dos especies europeas: Hexaprotodon crusafonti del Mioceno de España y del Plioceno temprano de Francia y Hexaprotodon? pantanellii del Mioceno de Italia. Si bien, esta última parece no pertenecer al género y es más primitiva que los hexaprotodontes, aún se incluye como miembro del género.

El resto de las especies procede de Asia y entre ellos se encuentran Hexaprotodon sivalensis que vivió del Mioceno al Pleistoceno en India, Nepal, Indonesia y Sri Lanka. Tenemos también a sus potenciales descendientes Hexaprotodon iravaticus del límite entre el Mioceno y el Plioceno de Birmania; Hexaprotodon sinahleyus del Pleistoceno de Sri Lanka, Hexaprotodon duboisi y Hexaprotodon palaeindicus y/o Hexaprotodon namadicus del Pleistoceno de la India. 

Ilustración de Cráneo (a), molar (b) y mandíbula inferior (c) de Hexaprotodon sivalensis del Mioceno tardío de las colinas Siwâlik, India.

Además de estas, se han descubierto especies insulares de Hexaprotodon, estas arribaron a las islas de Indonesia hace 1.5 millones de años y conforman las especies: Hexaprotodon sivajavanicus y Hexaprotodon koenigswaldi del Pleistoceno temprano y Hexaprotodon soloensis del Pleistoceno medio a tardío. Estos hipopótamos eran pequeños y tenían órbitas altas, lo que sugiere un estilo de vida altamente acuático, algo razonable para hipopótamos de islas tropicales que seguramente pasaban buena parte del día en el agua.

El último hipopótamo en la lista es Hexaprotodon harvardi (antes Archaeopotamus harvardi), este vivió durante el Mioceno tardío, entre hace 11.608 y 5.332 millones de años en lo que hoy son los Emiratos Árabes Unidos.

Reconstrucción de Hexaprotodon harvardi por el paleoartista Mauricio Antón y el cráneo holotipo (espécimen que representa a toda la especie y el primero en ser descrito formalmente) de dicha especie.

Podemos concluir sobre varios puntos interesantes 1) los hipopótamos son de origen Africano y la mayor parte de las especies que han existido han vivido en África, 2) los únicos géneros que salieron de África fueron Hexaprotodon e Hippopotamus y 3) los hipopótamos llegaron tan lejos  al este como Indonesia y tan al norte como las islas británicas aún durante una era de hielo.

La historia evolutiva de los hipopótamos está llena de cuerpos regordetes, cabezas grandes, agua, vegetación abundante e invasión de cuerpos de agua, ellos han sido y siguen siendo los más exitosos de los ungulados acuáticos, los únicos e inconfundibles "caballos de río".

Links a las otras partes:

PARTE 1

PARTE 3

viernes, 28 de junio de 2013

Notas cortas: Novedades no tan novedosas (descubriendo el hilo negro)

Existen muchos estudios paleontológicos que por su relevancia e importancia sólo son publicados en revistas de alto impacto. Sin embargo, de cuando en cuando se cuelan investigaciones que si bien son absolutamente meritorias de honores (por el gran trabajo que implican), no son el gran avance y cambio de paradigma que a veces queda implicado son pues, descubridores de hilo negro. Esta vez este fatídico evento que turba sobremanera a los medios de comunicación se ha repetido dos veces, una con caballos y la otra con tortugas, en las afamadas casas de publicación Cell y Nature.

Capturas de pantalla de los dos artículos de esta entrada. © Cell Publishing Group y © Nature Publishing Group, todos los derechos reservados.

El primer estudio, publicado en la revista "Biología actual" (Current Biology) trata de la evolución del caparazón de las tortugas y 'descubre' que las tortugas (su linaje ancestral en realidad) desarrolló la parte interna del caparazón antes que la parte externa. ¿Por qué no es tan novedoso el estudio? Primero, porque la especie que presentan (Eunotosaurus africanus) era conocida desde 1892 y su anatomía ya había sido descrita. Segundo, porque las fases del desarrollo del caparazón de una tortuga se conocen desde hace muchos años, habiéndose estudiado primero en embriones y corroborado con los fósiles de Odontochelys semitestacea, descritos en 2008. Lo verdaderamente nuevo es el cese a la incertidumbre del origen quelonio y el afianzamiento del vínculo entre tortugas y los reptiles milerétidos.

Eunotosaurus africanus, reconstrucción de la izquierda por Smokeybjb, reconstrucción del esqueleto tomado de carnivoraforum.com.

El segundo estudio se publicó en la revista "Cartas de la Naturaleza" (Nature Letters) y trata del análisis de ADN antiguo de un espécimen de caballo (Equus sp.) de entre hace 560 y 780 mil años. Este estudio se vanagloria de haber sido capaces de determinar cuándo apareció la primer especie de caballo verdadero, que corresponde al género Equus, situando esta aparición hace 4 a 4.5 millones de años. ¿Por qué este estudio no es tan novedoso? Principalmente porque se adjudican un mérito que no les corresponde, pues es sabido por los paleontólogos desde hace décadas que el género Equus apareció durante el Blancano medio, una edad que se sitúa hace poco más de 4 Ma. Siendo el Caballo de Hagerman (Equus simplicidens) el más antiguo conocido y fechado entre 3.5 y 4.9 millones de años.

Equus simplicidens, expuesto en el Museo de Historia Natural de Utah, Estados Unidos.

Sin duda, estos estudios requieren de una presentación menos estrafalaria y/o una investigación de antecedentes más extensa y rigurosa, especialmente si se publicarán en revistas de tan alto impacto.

FUENTES:
Lyson, T. R., Bever, G. S., Scheyer, T. M., Hsiang, A. Y., & Gauthier, J. A. (2013). Evolutionary Origin of the Turtle Shell. Current Biology.


miércoles, 29 de mayo de 2013

Notas cortas: la evidencia más antigua de carnicería en nuestros ancestros

Uno de los argumentos más comúnmente esgrimidos por los vegetarianos y veganos es la presunta naturalidad de la dieta vegetariana en los albores de la humanidad. Esto es relativamente falso, pues si bien descendemos de ancestros omnívoros que a su vez descienden de herbívoros, nuestros ancestros directos eran eminentemente carnívoros. Esta hipótesis tenía abundancia de evidencias indirectas y una cantidad reducida de evidencias directas, entre las cuales destaca la preservación de fósiles de animales carniceados por nuestros ancestros.

Homo habilis, el primer miembro del género y primer fabricante de herramientas líticas es asociado a la primer evidencia de consumo de carne.

La inmensa mayoría de restos con marcas de corte proceden del Pleistoceno tardío o del Holoceno temprano, un lapso de entre hace unos 100,000 a unos 10,000 años. Estos incluyen restos de mamutes, caballos, camellos, bisontes, etcétera. De ellos, sólo los de los primeros pobladores norteamericanos los Clovis, muestran un rango temporal extenso, de unos milenos. Si bien, la tecnología de piedra surgió hace unos 2.6 millones de años, las evidencias directas de cacería son de apenas 1.8 millones de años.

Bisonte antiguo carniceado en Washington, EUA que data de hace 11.9 millones de años, del Pleistoceno tardío/Holoceno temprano. Arriba en rojo los elementos con marcas de corte, en gris los restos recuperados y en blanco los elementos no encontrados. Abajo y de izquierda a derecha, tibia y astrágalo con marcas de corte, radioulna y parte distal de húmero con marcas de corte y finalmente, acercamiento de este último elemento. Modificado de Kenady et al. 2010.

Este mes se publicó un descubrimiento interesante. Se trata de la evidencia más antigua y sostenida de caza y carnicería en animales por parte de homíninos. La evidencia procede de tres sitios de Kenia y tienen una asombrosa antiguedad de cerca de 2 millones de años. Y no sólo eso sino que además, esta evidencia se dispone de manera ininterrumpida por siglos o milenios. Esto demuestra que nuestros ancestros africanos consumían carne de forma regular y que de hecho era una parte muy importante de la dieta. Con esto queda saldada la duda sobre la antiguedad del consumo de carne por parte de los homíninos.

Huesos con marcas de corte de hace 2 millones de años. A) metatarso de bóvido pequeño, B) húmero de bóvido mediano, C) esquirla de hueso de mamífero y D) fémur de bóvido pequeño. Barras de escala a 1 cm en A-D y de 1 mm en el acercamiento de D. Tomado de Ferraro et al. 2013.

FUENTE:
Ferraro, J. V., Plummer, T. W., Pobiner, B. L., Oliver, J. S., Bishop, L. C., Braun, D. R., ... & Potts, R. (2013). Earliest Archaeological Evidence of Persistent Hominin Carnivory. PloS one, 8(4), e62174.

viernes, 5 de abril de 2013

Notas cortas: ballenas enanas ¿fósiles vivientes?

Los cetáceos modernos se dividen en dos grupos, los odontocetos (Odontoceti) o cetáceos con dientes, que incluyen cachalotes, orcas, delfines, marsopas, etc. Y los misticetos (Mysticeti) o cetáceos desdentados, que incluyen a todas las ballenas con barbas o ballenas verdaderas. Los misticetos se originaron en el Eoceno tardío y en ese entonces aún tenían dientes, mismos que coexistían con barbas. Este grupo de ballenas se volvió gigante para principios del Oligoceno y en la actualidad son los mamíferos (y los animales) más grandes que existen en el planeta, algunos más pesados que el más pesado de los dinosaurios.

Llanocetus es una de las ballenas con barbas más antiguas que se conocen.

Sin embargo no siempre fue así y de hecho, existieron misticetos pequeños. Es el caso particular de las familias primitivas Aetiocetidae (~3.3 m) y Mammalodontidae (~2.5 m); así como de la familia avanzada Cetotheriidae (2 - 6 m). Esta última familia consta de 14 géneros y es una de las tres familias existentes de ballenas y se creía extinta desde el Plioceno tardío, hasta que en 2012 se reconoció una especie moderna como perteneciente a esta familia. Entre la actualidad y los fósiles más jóvenes conocidos de cetoterios había un hueco de 3 millones de años.

Herpetocetus, una ballena de la familia Cetotheriidae. Ilustración de la ballena de Robert Boessenecker.

Este mes se publicó un artículo en la revista Naturwissenschaften (ciencias exactas y naturales) un artículo donde se reporta el hallazgo de fósiles de un cetoterio del Pleistoceno medio  de la formación Falor, al norte de California, la nueva ballena corresponde al género Herpetocetus y rellena el hueco del registro de cetoterios situándose hace unos 700,000 años. Este descubrimiento supone un gran avance para el estudio de la evolución de las ballenas barbadas y seguramente habrá más como este en el futuro.

Rango geológico de Herpetocetus (en negro el nuevo rango del Plio-Pleistoceno). Imagen modificada de Robert Boessenecker.



EVIDENCIAS:
- Análisis filogenéticos.
- Análisis bioestratigráficos.
- Anatomía comparada.

FUENTE:
Boessenecker, R. W. (2013). Pleistocene survival of an archaic dwarf baleen whale (Mysticeti: Cetotheriidae). Naturwissenschaften, 1-7.

viernes, 22 de marzo de 2013

Camello "gigante" encontrado en el ártico

Los camélidos (camellos, llamas, guanacos, alpacas y vicuñas) son artiodáctilos (animales con pezuñas pares) primitivos de origen Norteamericano. Actualmente encontramos miembros de esta familia de forma natural en Sudamérica, Asia y África. Los camellos más grandes conocidos habitaron Norteamérica por debajo de los 45° de latitud norte. El mayor conocido es Titanotylopus con 3.5 m de altura a la cruz, ¡tenía casi el mismo tamaño de una jirafa! Actualmente, el mayor es el dromedario, Camelus dromedarius con 2 m de altura a la cruz.

Titanotylopus (en el fondo) y Camelus (al frente) a escala. Ilustración de Titanotylopus de Carl Buell, modelo de Camelus de Massimo Righi.

Recientemente se publicó un estudio en la revista Nature communications, donde se describen los restos de un camello gigante, el más norteño del grupo. Los restos proceden de la Isla de Ellesmere, ubicada en el territorio Nunavut de Canadá. Varios medios de comunicación han caído en el amarillismo afirmando que se trata del camello más grande que haya existido, sin duda no han oído del Titanotylopus o de la regla de Bergman. Esta última es una regla ecológica que indica que los animales de sangre caliente tienden a ser más grandes hacia los polos (para conservar su calor corporal, aumentan su masa y al hacerlo disminuyen la superficie de perdida de calor).

Isla de Ellesmere, lugar del hallazgo de los restos de este camello.

Lo único que se ha recuperado de este camello gigante sin nombre es una tibia (hueso de la pantorrilla) fragmentada, que reconstruida mide unos 57 cm de largo. Con tan poco, no podemos saber cómo era este camello. Pudo tener una de tres formas corporales, forma de llama (siendo delgado y alto), forma de camello (siendo robusto y bajo) o forma de Camelops (forma intermedia, entre alto y robusto). Camelops es un género de 'camello' que en realidad es una llama gigante. Considerando la regla de Bergman es más probable que haya lucido como un camello o un Camelops más que como una llama.

Arriba, restos fósiles originales. En medio, restos reconstruídos en una tibia (barra de escala a 10cm). En el fondo, reconstrucción del camello según la impresión de un artista.

Cabe destacar que este "animalito" vivió durante el Plioceno medio (hace unos 3.4 millones de años), una época de calentamiento global que precedió a las glaciaciones del Pleistoceno. Si bien el ártico era más cálido que en la actualidad, eso no significa que era una selva tropical, sólo que no estaba todo sepultado bajo monstruosas capas de hielo glaciar de cientos de metros de altura. 


Si el camello de Ellesmere tuvo la complexión de un camello, midió a lo sumo 2.1 m de altura a la cruz y unos 2.3 m de altura en la cabeza, lo mismo que un macho grande de dromedario. En el óvalo, reconstrucción de la tibia del camello de Ellesmere a escala. La flecha indica la ubicación de la tibia en el camello actual.


Si el camello de Ellesmere tenía las proporciones de una llama, midió 2.1 m de altura a la cruz y unos 3 m de altura en la cabeza, mucho más que cualquier llama moderna. En el óvalo, reconstrucción de la tibia del camello de Ellesmere a escala. La flecha indica la ubicación de la tibia en la llama actual.


Es más probable que el camello de Ellesmere tuviera la complexión de un Camelops. Si fue así midió aproximadamente 2.1 m de altura a la cruz casi 3m de altura en la cabeza. Esto lo sitúa en el rango de medidas promedio de un Camelops hesternus del Pleistoceno tardío. Estas dimensiones lo alejan bastante del estatus de "gigante". En el óvalo, reconstrucción de la tibia del camello de Ellesmere a escala. La flecha indica la ubicación de la tibia en Camelops.

Tamaño probable del camello de Ellesmere. Al fondo Titanotylopus de Carl Buell, al frente Camelus de Massimo Righi y en medio el camello de Ellesmere, basado en la reconstrucción de Camelops hesternus de Sergio de la Rosa.

En conclusión, este camello no es el gigante que venden los medios, es un camello grande, pero no gigante. Vivió durante un período de calentamiento global y representa el camello más boreal del que se tenga noticia. Y representa una población de camellos grandes (para su época) que pudo extinguirse o bien, migrar hacia el sur y producir nuevas especies. El tiempo y nuevos estudios lo dirán.


EVIDENCIAS:
- La tibia se identificó como perteneciente a un camello al analizar la firma de colágeno en las esquirlas de hueso.
- Paleontología, estratigrafía y geoquímica.
- Datación absoluta con elementos alterados por rayos cósmicos.
- Tallas corporales de otros camélidos.

FUENTE:
Rybczynski, N., Gosse, J. C., Harington, C. R., Wogelius, R. A., Hidy, A. J., & Buckley, M. (2013). Mid-Pliocene warm-period deposits in the High Arctic yield insight into camel evolution. Nature Communications, 4, 1550.

miércoles, 20 de marzo de 2013

Notas cortas: nuevo dientes de sable

Los "tigres" diente de sable no son tigres, son miembros de una subfamilia especial de gatos: los macairodóntidos. Estos félidos son particularmente populares debido al gran desconcierto que evocan sus grandes caninos. Los más populares proceden de los depósitos de Rancho La Brea y la especie mejor conocida es Smilodon fatalis. Los miembros más antiguos del género Smilodon datan de hace 2.5 millones de años, en el límite entre el Plioceno y el Pleistoceno. Los macairodóntidos se dividen en tribus, de las cuales la más primitiva es la Metailurini, le sigue la menos primitiva Smilodontini y finalmente encontramos la Homotherini y la Machairodontini.

Arreglo filogenético tradicional de los macairodóntidos. Modificado de Wikipedia 2013.

Se acaba de publicar un artículo en la revista PLOS ONE, el estudio y hallazgo de restos de un dientes de sable antiguo, de hace 5 millones de años. Este gato del tamaño de un jaguar, coexistió con otro macairodóntido: Machairodus coloradensis y ambos se encuentran en la fauna de Palmetto, en Florida, EUA. La nueva especie fue nombrada Rhizosmilodon fiteae, cuyo nombre significa "en la raíz de Smilodon de Fite", por la donación de los restos que permitieron este estudio y por su ubicación filogenética.

Holotipo (A-C) y paratipo (D-I) de Rhizosmilodon fiteae. Tomado de Wallace y Hulbert (2013).

Se nombró a esta especie a partir de restos mandibulares fragmentarios que consisten en dos hemimandíbulas, una izquierda y otra derecha. Además se llevó a cabo un análisis de relaciones de parentesco que permitió clarificar algunas cuestiones acerca de estos gatos.

Propuesta filogenética de este estudio. Modificado de Wallace y Hulbert (2013).

1) La tribu Metailurini es probablemente parafilética y por tanto no es válida.
2) La tribu Homotherini no existe y se integra dentro de la tribu Machairodontini (aunque esto está en duda por el escaso tamaño de muestra de los Homotherini).
3) Rhizosmilodon representa el smilodontino más primitivo conocido.
4) Se sitúa el origen de la tribu Smilodontini en Norteamérica.
5) Smilodon y Megaentereon son géneros hermanos de origen Norteamericano.


EVIDENCIAS:
- Anatomía comparada
- Análisis filogenéticos
- Datación relativa

FUENTE: