Mostrando entradas con la etiqueta Hominidae. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Hominidae. Mostrar todas las entradas

viernes, 8 de septiembre de 2017

Nuevo protogorila

Los gorilas comprenden dos especies diferentes actuales, el gorila occidental (Gorilla gorilla) y el oriental (Gorilla beringei). Pero a pesar de ser especies icónicas que son más o menos conocidas por casi todos, poco sabemos de su registro fósil y los presuntos gorilas fósiles son más bien dudosos.

El gorila occidental. Foto de arkive.org.

Gorila oriental. Foto de Arkive.org

Pero ¿por qué conocemos tan poco del registro fósil de estos majestuosos animales? La respuesta está en su forma de vida, pues las especies que viven lejos de las zonas donde los fósiles se forman, tienen escasas o nulas probabilidades de fosilizarse. Y los gorilas suelen vivir en selvas, lugares sin ambientes de depósito adecuados. Aún con todo, el año pasado se publicó un estudio que presenta un "proto-gorila" fósil y su edad. La especie es Chororapithecus abyssinicus y resulta tener 8 millones de años de antiguedad.

Restos fósiles del cororapiteco (molares del lado izquierdo y un canino a la derecha). Tomado de Suwa et al. (2007).

Este nuevo descubrimiento "acelera" el tiempo de divergencia del clado formado por los gorilas del clado en el que estamos los humanos. A estas ramas de la vida, les hemos denominado "el linaje gorila" y el "linaje humano" respectivamente. Antes de este estudio se pensaba que la separación de dichos linajes se produjo hace mucho más tiempo, hace casi 10 millones de años y con el nuevo estudio, este tiempo se reduce al menos un millón de años. Con esta nueva información, no sólo reconocemos a un proto-gorila fósil nuevo sino que además, se pone de manifiesto que los cambios ocurridos en nuestro linaje (que incluye a nuestros primos, los chimpancés), tuvieron lugar de forma veloz.

Nuevo esquema de divergencia de grupos propuesto por Katoh et al. (2016). Gorila occidental de Ltshears, gorila oriental de Fiver Löcker, Chororapithecus abyssinicus tomado de Suwa et al. (2007).

Descubrimientos como este, permiten calibrar el árbol filogenético de los homínidos con mejor precisión que si sólo usáramos herramientas moleculares. Esperemos que en el futuro podamos aprender más de estos grupos biológicos que desaparecieron y de los que sabemos muy, muy poco.

Fuentes:
Suwa, G., Kono, R. T., Katoh, S., Asfaw, B., & Beyene, Y. (2007). A new species of great ape from the late Miocene epoch in Ethiopia. Nature, 448(7156), 921.

Katoh, S., Beyene, Y., Itaya, T., Hyodo, H., Hyodo, M., Yagi, K., ... & Nakaya, H. (2016). New geological and palaeontological age constraint for the gorilla-human lineage split. Nature, 530(7589), 215.

viernes, 9 de junio de 2017

¿¡Americanos hace 130,000 años!?

Hace unas semanas se publicó en casi todo medio de comunicación una nota con un titular algo así:

"Todo lo que sabíamos era una mentira, todas las teorías del hombre en América estaban mal"

Y bueno, pues muchos cayeron en los titulares color pollito que hacen referencia a un estudio que propone algo muy interesante que sí que cambiaría lo que sabemos de migraciones humanas, pero que tampoco es algo que nos haga arrojar todos los libros de ciencia por la ventana y prenderles fuego... El artículo científico se publicó este 27 de Abril en la revista Nature bajo el título "Un sitio arqueológico de hace 130,000 años en el sur de California".

Si gustan, pueden ver el video oficial de síntesis (en inglés) ¡incluye un científico escéptico!

Primero los hechos. ¿Qué dice realmente el artículo científico que da a conocer esto?

  1. Encontraron un yacimiento del Pleistoceno con restos fósiles de tres taxones: mastodonte (Mammut americanum), un caballo desconocido pero similar a Equus scotti, un venado del género Odocoileus y finalmente, restos de Canis dirus.
  2. En dicho yacimiento hay rocas grandes anómalas que no parecen naturales al sedimento donde están depositados los restos fósiles.
  3. Asociadas a esas rocas, hay un esqueleto parcial de mastodonte que muestra fracturas en espiral.
  4. Todo esto tiene una edad bastante antigua, estimada en 130,000 años antes del presente.
Hasta aquí todo bien, pero ¿qué significa todo esto en términos coloquiales? Bueno, de forma simple y según los autores del estudio: este sitio representa una zona donde antiguos humanos descuartizaron a un mastodonte.

Una escena similar a esta es la propuesta de este nuevo estudio. Obra de Greg Harlin.

Ok, pero ¿esto qué implica? De ser correcta la interpretación de los científicos que estudiaron estos restos: este hallazgo representa la evidencia más antigua de seres humanos en América. Pero no sólo antigua, ¡antiquísima! Pues la información arqueológica previa sugiere que los humanos ingresaron al continente entre hace 14 y 15 mil años antes del presente. La diferencia de edades es colosal ¡115,000 años! Esta diferencia es tan monstruosa que es como decir que los Homo sapiens arcaicos, antes de dejar África, inventaron la impresión 3D, los teléfonos inteligentes y las sondas espaciales.

Hace 130,000 años existían al menos tres especies bien conocidas en el mundo. Los Homo erectus (izquierda) que llegaron a vivir hasta China; los neandertales (centro) que vivieron en la parte boreal del viejo mundo, casi hasta Mongolia y nuestra especie (derecha) que para esta edad, aún estaba confinada en África.

Estas afirmaciones son muy grandes y como bien decía Carl Sagan: "Afirmaciones extraordinarias requieren siempre de evidencia extraordinaria". ¿Cuál es la evidencia para afirmar que este es un sitio arqueológico antiguo que rompe paradigmas de migración humana? Bueno, básicamente los autores del estudio afirman que:

El mastodonte fue trabajado por manos humanas que partieron los huesos con herramientas de piedra primitivas, hasta producir fracturas en espiral y podemos ver estas herramientas líticas en el yacimiento.

Esta afirmación tiene sus puntos débiles. Veamos. Se sugiere que las fracturas en espiral sólo se pueden producir por traumatismo producto de seres humanos rompiendo huesos con herramientas líticas. Los autores incluso hicieron experimentos demostrando en efecto que, se puede fracturar un hueso en espiral con este tipo de acciones. Vean ustedes mismos.


Video de experimentos de fractura en huesos de elefante. Original de Holen et al. (2017).

Si bien es cierto que este tipo de fractura se forma de manera habitual cuando los restos son trabajados por humanos, no son la única forma en la que se producen estas fracturas en espiral.

Huesos de Bison antiquus fracturados en espiral, producto de actividad humana. Izquierda: tibia y astrágalo. En medio: radio, ulna y porción articular distal del húmero. Derecha: acercamiento a la diáfisis del radio. Tomado de Kenady et al. (2011).

Resulta curioso que los autores ignoraran un importante trabajo publicado por Gary Haynes sobre huesos de elefante africano en depósitos naturales de cadáveres. Pues este estudio le da un tiro a la sugerencia de que los huesos fracturados en espiral son indicación de interferencia humana. En Shakwanki Seeps (Parque Nacional Hwange, Zimbabue) existía un cementerio natural de elefantes que mostraba hasta un 62% de huesos con fracturas en espiral, todas ellas producidas de manera natural y no por actividad humana.

Región distal de fémur de elefante, fracturado en espiral de forma natural. Tomado de Haynes (1988).

Con las manos en la cintura podemos entonces rechazar la hipótesis que sugiere como único agente de las fracturas en espiral el trabajo humano. Pero hay otros aspectos "tenebrosos" en el artículo. Por ejemplo, están las rocas que presuntamente fueron usadas como herramienta por los humanos para partir los huesos (que ya quedamos que no queda del todo claro que se hayan roto por esa causa). Dichas rocas son muy grandes y son anómalas al sedimento. Es decir, son muy grandes como para que la corriente de agua que depositó el sedimento, haya depositado también ¡menudos pedrones! Eso suena razonable para casi cualquiera, a no ser que estudies fósiles, estratigrafía y tafonomía.

Figura que aparece como suplemento en Holen et al. (2017), donde podemos ver algunos de los grandes clastos (el nombre técnico de las piedras estas) con presuntas marcas de impacto.

Para los criticones envidiosos sin quehacer escépticos como su servidor, la naturaleza de las rocas en el sedimento fino no son evidencia suficiente, pues no se trata de herramientas líticas en forma. Veamos por ejemplo un yacimiento mexicano de hace aproximadamente 13,900 años antes del presente, con restos de un Cuvieronius hyodon (un gonfoterio para los amigos) que fue consumido por humanos y probablemente cazado. Ahí, en "el fin del mundo" (así se llama el yacimiento) los elementos líticos son clarísimos como el agua, veamos:

Elementos líticos encontrados en asociación directa con un gonfoterio en el fin del mundo, Sonora. Acá no sólo vemos puntas de flecha clarísimas (especialmente la C), sino además, hueso tallado (figura G). Tomado de Sanchez et al. (2014).

Compare eso con la figura que presentan los autores del presunto mastodonte carniceado por humanos hace 130,000 años. Ok, ok... Cualquiera con sentido común me dirá "pero pequeño, no es lo mismo la tecnología lítica de hace 130,000 años que la de hace 13,900" y yo le diré "cierto, cierto... Pero hay que tener en cuenta que las herramientas líticas, por más viejas que sean -incluyendo las más antiguas conocidas, de hace 3.3 millones de años- tienen caras donde la roca fue trabajada". ¿Cumplen las rocas del estudio de Holen et al. (2017) este punto? No. Entonces ¿cómo saben que eran herramientas? Pues los autores se basan en las supuestas partes donde la roca fue fracturada al ser usada como martillo. Pero el detalle es que esas marcas de presunto uso pueden haber sido generadas de muchas formas, incluso rodando y chocando con otras rocas.

Una de las rocas con las que presuntamente se produjeron las fracturas en espiral al mastodonte. Tomada de Holen et al. (2017).

Otro argumento usado para validar que estas rocas son herramientas y no simples pedruzcos naturales es que "no hay forma que en sedimentos tan finos se presenten estas rocas tan grandes". ¿Será? Yo tengo algunas objeciones. La primera es que, no necesariamente es cierto que la corriente era débil. El lecho E, donde están depositados los fósiles contiene valores de entre >60% a >25% de arena y en mucho menor medida, limo. Esto indica que la corriente que depositó el sedimento no era tan débil como proponen los autores. Una corriente débil deposita principalmente arcillas y en menor medida, limos, pero no arenas.

El arenoso/limoso lecho E es donde se encuentran los fósiles de mastodonte y las rocas grandes que supuestamente son herramientas. Tomado de Holen et al. (2017).

Mi segunda objeción es que los clastos grandes no son antinaturales, demoniacos y su única explicación es haber sido puestos ahí por humanos. Entre muchos fenómenos existe uno denominado flujo gravitatorio, mediante el cual se depositan rocas "ajenas" en un sedimento fino. De los distintos flujos gravitatorios que hay, la simple caída y rodamiento explicaría la presencia de estas presuntas herramientas. Y esto tiene muchísimo sentido, si se considera que las rocas ¡son redondeadas! y la cantidad de energía necesaria para moverlas es muchísimo menor que la necesaria para rocas angulosas e irregulares.

Diferentes flujos gravitatorios. La caída es el que explicaría fácilmente la presencia de rocas grandes y redonditas en el lecho D, donde están los fósiles. Figura tomada de Miralles (2010).

Si aún parece que la única opción es que las rocas hayan llegado transportadas por humanos... Consideremos esto: los restos de vertebrados no llegaron por obra de magia. Fueron transportados y su comportamiento al hacerlo es el mismo que el de una roca. ¿No me creen? Es normal, pero pensemos un poco... Si los restos de los bichos no sufrieran ningún tipo de arrastre ¿qué pasaría?... Exacto. Estarían los esqueletos completos o casi completos. ¿Es este el caso? Ni de cerca. Veamos al mastodonte primero.

Diagrama de los restos de la excavación del mastodonte. Tomado de Holen et al. (2017).

Los restos del mastodonte están dispersos y muy fragmentados. Además, presentan direccionalidad. Estas características sugieren un depósito por corriente y no un sitio de carniceo como sugieren los autores del estudio. Preste particular atención estimado lector a la cantidad de pequeños fragmentos y a la ausencia de partes más o menos completas. Y si esto no fuera suficiente, nos muestran también el esquema de excavación del lobo, caballo y venado que encontraron en el mismo yacimiento. Veamos:

Mapa de excavación de Equus cf. E. scotti. Note la direccionalidad marcadísima de los restos. Evidencia de arrastre en dirección. Tomado de Holen et al. (2017).

Y ahora, el mapa de excavación de Canis dirus y Odocoileus sp. También con marcada direccionalidad. El venado aparece sólo en los cuadros H8 y H9. Tomado de Holen et al. (2017).

¿Qué podemos observar viendo los mapas de excavación de los tres animales? Lo mismo: 1) son restos fragmentarios, 2) son restos arrastrados por una corriente con dirección y 3) a pesar de las diferencias de tamaño, todos muestran el mismo patrón. ¿Entonces? Los restos no muestran un patrón de carroñeo o caza, sino uno de arrastre y acumulación natural. Alguien podría argumentar que sólo en el mastodonte aparecen rocas, por lo que son evidencia de haber sido llevadas. Pero a eso 1) en los esquemas del caballo y lobo no ponen rocas, sólo los huesos (las rocas se omitieron a propósito, si es que hay) y 2) los restos del mastodonte no son precisamente ligeras plumitas y fueron transportados y depositados allí, por lo que las rocas ya no suenan tan "fuera del sedimento".

Restos de mastodonte acompañados de rocas. Tomado de Holen et al. (2017).

Y aún hay más que podemos usar del caballo, lobo y venado para argumentar. Por ejemplo. El mastodonte procede de la capa E, pero los otros taxones vienen de la capa C. Y no sólo eso. Examinando por ejemplo la defensa del mastodonte, se puede apreciar que ésta inicia en la capa E (donde se depositó originalmente), pero atraviesa la capa D (de arenas medias) e ingresa a la capa C. Ahora, las defensas no atraviesan sedimentos por arte de magia y definitivamente no atravesaría la capa de arena a no ser que la energía de la corriente que la depositó fuera bastante fuerte (que es lo que llevo diciendo desde hace varios párrafos). La explicación alternativa (que siempre hay) es que la defensa fuera martillada en el suelo... Pero no hay evidencia de ello y sinceramente, suena descabellado.

A la izquierda, un perfil estratigráfico de dónde se encontró la defensa y las capas de roca sedimentaria que atraviesa. En la capa C coloqué las siluetas de la fauna asociada (siluetas de PhyloPic.org). A la derecha, foto de la sección transversal de la defensa, tal y como fue encontrada. Tomado de Holen et al. (2017).

Además de estas observaciones, existen discrepancias de fechas obtenidas del mismo sedimento. Por ejemplo, de la capa E, donde está el mastodonte, se obtuvo por luminiscencia óptica estimulada (en 2008), una edad de entre 72,000 y 78,000 años antes del presente, pero para el año siguiente (y por el mismo método) se obtuvieron edades de entre 38,000 y 70,000 años. Pasamos de una variación de edad de ¡6,000 años a una de 32,000 años! Pero aún hay más. El método de series de uranio torio de fechamiento proporciona edades también un tanto desviadas. Del mismo ejemplar (que se supone es un único individuo) se obtienen edades de entre ¡152,900 y 100,500 años! Tan "sólo" un rango de error de 52,400 años.


Sin embargo, todo esto no quiere decir que el estudio esté mal... Sólo que hay detalles que la prensa no te dirá (porque no saben cómo interpretar evidencia fósil, sedimentológica y estratigráfica).

En síntesis:

1) Las fracturas en espiral no son concluyentes para atribuirlas a actividad humana.
2) Los líticos son demasiado ambiguos como para representar evidencia humana.
3) La sedimentología del sitio indica arrastre.
4) La tafonomía indica depósito por corrientes moderadas a fuertes.
5) Los taxones son demasiado ambiguos como para asignar una edad de 130,000 años.
6) Los fechamientos proporcionan edades contradictorias sugerentes de contaminación.

En conclusión:

La evidencia de actividad humana sobre el mastodonte es bastante ambigua, por lo que ejercer la cautela sería la mejor opción. Si bien, el yacimiento revela una edad antigua, de un máximo de 152,000 años AP y un mínimo de 38,000 años AP, la edad no es fácilmente asignable y la fecha de 130,000 como promedio es cuestionable. No podemos descartar tajantemente que todas estas evidencias representen realmente evidencia de humanos en América durante el Pleistoceno medio, pero esto no cambia todo lo que sabemos, sólo nos muestra que una invasión fallida temprana ocurrió mucho antes de lo pensado. El resto de la prehistoria americana deducida por los restos fósiles y arqueológicos, así como por evidencia genética no queda en la basura, sino que es la historia más completa y no ambigua que tenemos a la fecha. Este nuevo aporte es más bien una sugerencia tentadora, pero no contundente de la historia temprana de la humanidad en América. Seamos un poco más críticos con lo que leemos.

Hasta la próxima estimados lectores.


Literatura consultada:



A manera de epílogo debo decir que en toda América del Norte no hay más que un solo sitio que tiene evidencias ambiguas de humanos tempranos en el continente: Chapala, Jalisco, México. Resulta que el Ingeniero e investigador Federico Adolfo Solórzano Barreto presentó con ayuda de otros colegas, una calota de este sitio. ¿Que tenía de especial? Poquito... Que era anatómicamente similar a Homo erectus. Si bien Solórzano y colaboradores no aseveran que la calota pertenece a esta especie, o que procede de sedimentos de hace 130,000 años o más de antigüedad, sí que demuestran que tenía una morfología inusual. Una réplica de la pieza se encuentra bajo exhibición en el Museo de Paleontología de Guadalajara, Jalisco. Este resto es INCREÍBLEMENTE sugerente y excita la imaginación a niveles desproporcionados. ¿Será que este cráneo raro sea realmente un H. erectus? Y de ser cierto, ¿tendrá algo que ver con el hallazgo de Holen y colaboradores?

Réplica de la calota que estudiaron Solórzano y colaboradores. El texto en la ficha vale bastante la pena. También vale la pena comparar este fragmento de cráneo
Fotografía de un servidor. 


Homenaje al Ing. Federico Adolfo Solórzano Barreto



miércoles, 16 de septiembre de 2015

F.A.Q. Homo naledi

Recientemente se publicó el artículo científico de la descripción de una nueva especie de homínino. Los medios de comunicación casi explotan luego del hallazgo y en este blog les presento la información más importante al respecto de esta nueva especie, vuelven los F.A.Q. (preguntas frecuentes y sus respuestas).

Entrada de la Cueva Estrella Ascendiente, Sudáfrica. Foto de la National Geographic Society.


1. ¿Cómo se llama la nueva especie y por qué lleva ese nombre?

R= Se llama Homo naledi (se pronuncia "o-mo" "na-le-di"). El género viene del latín y significa "hombre"; el nombre de la especie viene del idioma sesotho y significa "estrella", pero hace referencia a la cámara Dinaledi, de la Cueva Estrella Ascendiente, lugar donde se encontraron sus fósiles.

Reconstrucción del aspecto de Homo naledi en vida. Imagen propiedad de la National Geographic Society.


2. ¿Dónde se descubrió?

R= Los restos de H. naledi se encontraron en el fondo de la cámara Dinaledi ("la cámara de las estrellas"), que corresponde a una sección de la Cueva Estrella Ascendiente (Rising Star Cave), ubicada en el Valle del río Bloubank, en el sitio patrimonio de la humanidad conocido como "Cuna de la Humanidad", que se encuentra en la provincia Gauteng de Sudáfrica.

Ubicación de la cueva de donde proceden los restos de H. naledi. Imagen base original de The New York Times. Si gustan pueden colocar estas coordenadas en google maps {26°1'13'' S 27°42'43'' E} para ver la zona con fotos de satélite y street view desde la carretera.


3. ¿Qué restos fósiles se descubrieron?

R= ¡Montones! A diferencia de otras especies humanas que no corrieron con suerte y sólo están representadas por un puñado de restos, H. naledi cuenta con ¡1,550 especímenes! Y si se preguntan de qué partes del cuerpo existen fósiles... Bueno, prácticamente de todo el esqueleto. Estos restos representan aproximadamente 15 individuos diferentes entre los que habían mujeres y hombre de distintas edades.

Restos fósiles de H. naledi. Fotografía de Berger et al. (2015). Imagen en HD aquí.


4. ¿Quién lo descubrió?

R= Fue descubierto en 2013 por un equipo liderado por el paleoantropólogo Lee Rogers Berger del Instituto de Estudios Evolutivos y Centro de Excelencia en Paleociencias de la Universidad de Witwatersrand, Johannesburg, Sudáfrica y de la Escuela de Geociencias de la misma universidad. 

El Dr. Berger sosteniendo el cráneo reconstruido de H. naledi. Crédito de la fotografía: University of Witwatersrand.


Pero el Dr. Berger no excavó todos los restos, esa hazaña se la debemos a un equipo de seis mujeres valientes que se deslizaron por la estrecha entrada de la cueva y pudieron recuperar los restos fósiles.

Las seis heroínas que excavaron los restos de H. naledi. Estas mujeres fueron seleccionadas por sus aptitudes, preparación y su tamaño, pues no cualquiera puede entrar en la cueva de la cámara de las estrellas. De izquierda a derecha: Becca Peixotto, Alia Gurtov, Elen Feuerriegel, Marina Elliott, K. Lindsay (Eaves) Hunter y Hannah Morris. Crédito de la fotografía: University of Witwatersrand.


5. ¿Cómo lucía?

R= El hombre de la cueva de las estrellas tenía una morfología (y consecuentemente una apariencia) peculiar, pues por una parte mostraba partes del esqueleto muy similares a nosotros, los humanos modernos y por otra parte, tenía regiones esqueléticas bastante primitivas. Vayamos por partes... Eran unos humanos menudos, pesaban entre 39.7 y 55.8 Kg y medían entre 1.44 y 1.47 m de altura.

Reconstrucción de H. naledi del artista John Gurche. Modificada de National Geographic Society.

Su capacidad cerebral era de un volumen similar al de los primeros miembros del género Homo (unos 465 cm3). La caja torácica, hombros y pelvis eran más similares a las de los australopitecinos que a las de los miembros del género Homo. Un dato destacable de la cadera es que aunque tenía una forma primitiva, poseía grandes zonas de inserción para el músculo gluteus maximus (lo que hacía de H. naledi un pequeño nalgón corredor). Las manos de H. naledi son sorprendentemente avanzadas, pues se asemejan mucho a las manos de los humanos modernos, salvo por el detalle de ser más ganchudas. Sus piernas eran relativamente largas y sus pies bastante similares a los de los humanos modernos.

Infografía de Homo naledi con las características esqueléticas más importantes. Esqueleto de Stefan Fichtel, composición de National Geographic Society, crédito original de Lee Berger y Peter Schmid. Imagen en HD aquí.


6. ¿Es cierto que H. naledi enterraba a sus muertos?

R= No. A pesar de que los medios han querido explotar esta idea, en realidad se basa en conjeturas y no en el estudio formal de los fósiles. En la descripción original de H. naledi no se dice algo sobre si los restos llegaron al fondo de la cueva por accidente o si fueron sepultados intencionalmente. Para saber cómo llegaron los restos  de H. naledi a ese lugar tan profundo tenemos que revisar un segundo artículo publicado por el equipo que describió a H. naledi.

Representación visual de la idea acerca de que H. naledi se deshacía de sus muertos en una forma bastante avanzada.

En este estudio (dirigido por el Dr. Paul HGM Dirks) podemos leer que los restos están acomodados de tal forma que no es probable el entierro intencional. En su lugar, los paleoantropólogos y tafónomos señalan que es más probable un enterramiento que involucró corrientes de agua bastante dinámicas y que además, no sucedió todo en un único momento, por lo que no tenemos representado un entierro, sino el acarreo de cadáveres al fondo de una cueva durante un lapso considerable (¿cuánto? no se sabe, pero estudios tafonómicos sugieren que el lapso puede ser tan grande como de 10,000 años).

Caricatura de cómo es el interior de la cámara Dinaledi. Como pueden ver, no hay cadáveres alineados, sepultados o siquiera algo que sugiera un fenómeno distinto de la acumulación gradual. Original de Dirks et al. (2015), traducida por mi.

Quizá la gente se confundió al ver la palabra "burial" ("entierro"), pensando que se refiere a un sepulcro intencional, pero no, entierro es la palabra técnica para describir cómo un fósil llega a quedar cubierto por sedimentos. Por otra parte, el Dr. Berger asegura que "pareciera que no hay otra opción para el porqué los huesos están ahí" pero no es así. En realidad hay varias opciones y la más plausible es que los H. naledi murieran en las cuevas ya sea por vivir ahí o por refugiarse ahí. Después, el agua se haría cargo de sus cadáveres tal y como muestra la tafonomía. Es muy arriesgado andarse inventando cosas sin evidencias, pues los medios abrazan con gusto cualquier declaración amarillista sin consideración racional alguna.

Para enterrar muertos se requiere de un pensamiento simbólico sin paralelo en la tierra y con esa capacidad craneana, es poco probable que H. naledi haya desarrollado tal comportamiento. Crédito de la fotografía: University of Witwatersrand.


7. ¿Existe evidencia de elementos culturales como herramientas de piedra, arte o canibalismo?

R= No. El yacimiento de Dinaledi no cuenta con evidencias de elaboración alguna de elementos culturales y los huesos de H. naledi no presentan evidencias de canibalismo. Aunque los autores de su descripción hipotetizan que sus complejas manos le pudieron haber ayudado a crear herramientas de piedra, pero no deja de ser sólo una idea posible, no hay evidencia de ello.

Si bien, las manos de H. naledi son avanzadas con respecto a otros homíninos, no son tan avanzadas como las nuestras. ¿Pudo construir herramientas? Puede ser, puede ser. Foto de Justine Alford.


8. ¿Cómo encaja H. naledi en el árbol evolutivo humano?

R= No lo sabemos. A pesar de la gran cobertura mediática y del gran anuncio de su descubrimiento, no tenemos información al respecto del lugar de H. naledi en nuestras hipótesis de relaciones de parentesco. Y es que, para nuestro infortunio, los autores de su descripción no efectuaron análisis filogenético alguno. Esta ha sido una de las cosas más criticadas por los científicos. Y es que no podemos dejar de destacar la TREMENDA importancia que tiene un estudio de sistemática filogenética en estos casos, pero al parecer es la norma en paleoantropología obviar este tipo de estudios. Espero que con el gran criticismo que se ha levantado por no haber hecho un estudio de este tipo, los autores del trabajo se pongan manos a la obra y hagan uno pues sin él, no podemos saber qué tan primitivo o avanzado era Homo naledi.

"¡PAUP*, paleoantropólogo! ¿Lo hablas? ¡Describe cómo luce el árbol más parsimonioso!" Meme de Jeffrey W Martz que muestra el disgusto de algunos paleontólogos por la carencia de un análisis cladístico a pesar de la gran cantidad de información en los múltiples restos de H. naledi. *PAUP es un programa que efectúa análisis cladísticos.

Por otra parte, hay una tremenda confusión en los medios de comunicación gracias a unos "expertos" que abrieron la boca antes de pensar con detenimiento en las implicaciones de sus actos. Y es que, dijeron que H. naledi era un simple H. erectus, aunque claro sin evidencia alguna y con una notoria falta de lectura del artículo de su descripción (donde se evidencian las diferencias anatómicas de H. naledi con H. erectus). Y no estoy diciendo que sea imposible que este sea el caso, puede ser. Pero no es correcto afirmarlo sólo con "me parecismos" con tal de llamar la atención.

9. ¿Qué antigüedad tiene H. naledi?

R= Dejé esto casi al final debido a que es quizá lo más importante en cuanto a esta nueva especie. Desgraciadamente, no sabemos qué antigüedad tiene. Por más que queramos colocar a H. naledi "a ojo" (ver punto anterior) en el árbol familiar humano, la realidad es que no podemos saberlo y eso nos limita mucho. Existen especies humanas que nos han mostrado que con una morfología primitiva se puede vivir durante muchísimo tiempo y en un área geográfica monstruosa (e.g. Homo erectus) o bien, lucir como si hubiera vivido hace mucho tiempo y ser mucho más reciente (e.g. Homo floresiensis). Solemos decir en paleontología que si no conocemos la antigüedad de un fósil, dicho fósil es virtualmente inútil. Suena muy extremo, pero es la realidad ya que en paleontología, la cronología es la base de las interpretaciones (evolutivas, biogeográficas, morfológicas, de parentesco, ecológicas, etc.).

Posibles relaciones de parentesco de H. naledi. Esquema basado en el diagrama original de Jason Treat y el personal del NGM.


10. ¿Es cierto que H. naledi revoluciona nuestro entendimiento de la evolución humana?

R= No. Al menos, no de momento. Y es que como vieron en los dos últimos puntos, no sabemos casi nada de esta especie. Así que Homo naledi es prácticamente una estrella decorativa, al menos hasta no saber tanto su ubicación temporal así como sus relaciones de parentesco con otras especies humanas. Y no me malentiendan, el descubrimiento de esta especie es muy importante, pero nos faltan datos para realmente realzar su estatus como una especie clave para el entendimiento de nuestro origen.


Descripción de H. naledi (Open Access):

Berger, L. R., Hawks, J., de Ruiter, D. J., Churchill, S. E., Schmid, P., Delezene, L. K., ... & Zipfel, B. (2015). Homo naledi, a new species of the genus Homo from the Dinaledi Chamber, South Africa. eLife, 4, e09560.

Estudio de la geología y tafonomía del yacimiento donde se descubrió H. naledi (Open Access):

Dirks, P. H., Berger, L. R., Roberts, E. M., Kramers, J. D., Hawks, J., Randolph-Quinney, P. S., ... & Tucker, S. (2015). Geological and taphonomic context for the new hominin species Homo naledi from the Dinaledi Chamber, South Africa. eLife, 4, e09561.


jueves, 4 de junio de 2015

Algunas paleonoticias

Hola que tal lectores. Una disculpa por no publicar tan seguido, pero el deber llama y últimamente me ha estado gritando al oído. En fin. Les traigo unas cuantas noticias que podrían encontrar interesantes, contadas desde una perspectiva peculiar. Espero les guste.

1. Noticias con olor a pescado...

El mundo de los bichos acuáticos fusiformes nos ha dado unas cuantas novedades. Entre ellas tenemos una nueva especie de celacanto de agua dulce de Europa. ¿Qué tiene de especial? Bueno, que es de una familia (Mawsoniidae) de celacantos que se supone arribó a Europa hasta bien entrado el Cretácico, pero éste pez (Trachymetopon liassicum) ¡data del Jurásico! ¡Wololo! Esto supone que hay que cambiar algunos renglones en el libro de la historia biogeográfica de los celacantos mesozoicos.

Preciosura de ilustración de Trachymetopon liassicum, tomada de Dutel et al. (2015), ojalá hubieran dicho de quién es. Si lo sabes, deja un comentario diciéndonos. Barra de escala a 50 cm.

Luego llega otra noticia que no es de "pescados" (no me coman ictiólogos), pero huele a ellos y seguro se los comía. Se trata del hallazgo del ictiosaurio más grande encontrado en Inglaterra. Es del género Ichthyosaurus y medía unos tres metros de largo hasta donde se les tuerce la cola para formar la aleta de la cola. Lo interesante acá es que ¡esto se sabe a partir de una única aleta pectoral! Pero cómo ¿con magia? Nope. Con el poder de las matemáticas (ejem, *estadística) se pudo conocer las dimensiones del dueño de la "manita" aún sin tener todo el esqueleto. Esto, midiendo muchos especímenes completos de Ichthyosaurus. Como morfómetra que soy esto me resulta interesante, muy interesante y nos habla del poder predictivo de la estadística, así como de la valiosa lección: si vas a entrar a estudiar biología porque "no hay matemáticas", mejor piénsalo de nuevo.

Aleta en cuestión (YORYM 2005.2411). A) Vista de la palma de la aleta, B) vista del dorso de la misma aleta. Tomado de Massare et al. (2015). Barra de escala a 10 cm.

Y ahora un par de "quesos" suizos. Se trata del hallazgo y descripción de dos nuevas especies de peces del género Saurichthys. Estos peces eran unos bichos alargados, con cara de pterosaurio (en serio, incluso se han confundido restos de ellos con pterosaurios), que no tienen parientes vivos. Aunque son "huérfanos fósiles" fueron muy abundantes durante el Triásico. Las nuevas especies son S. breviabdominalis y S. rieppeli. La importancia de estos peces radica en que su estudio permitió inferir que algunos de estos peces estaban experimentando especiación simpátrica (el "simpático" fenómeno de generación de nuevas especies en el mismo rango geográfico que las especies parentales). Genial ejemplo para los paleobiogeógrafos, tomen nota para sus clases.

Los fósiles (hermosos si me preguntan) de los peces en cuestión. Collage hecho a partir de imágenes tomadas de Maxwell et al. (2015).

¿Cuáles son las posibilidades de encontrarte un fósil importante en una urbe de casi siete MILLONES doscientas mil personas? Pues las probabilidades se vieron superadas por el hallazgo de un pez fósil en Hong Kong. El pequeñuelo es el primero encontrado en esa localidad y pertenece al género Paralycoptera. Los fósiles datan del Cretácico temprano (146.6 ± 0.2 Ma) y no sólo son importantes como mera curiosidad, sino que también extienden hacia atrás el rango geológico de ese género de pez en ¡al menos 40 millones de años!. Para mi, esto nos enseña que hay mucho que aprender e incluso de lugares insospechados, como el siguiente hallazgo.

Fósil de Paralycoptera en ceniza del Cretácico tardío... Aaah, estos casos excepcionales son geniales. Fotografía tomada de 

La última de las noticias pescadosas tiene que ver con el hallazgo de otro pez en un sitio inesperado: en una construcción ubicada en Calgary, Canadá. Pero lo más inesperado fue que este fósil de pez casi acaba en manos de un museo creacionista... El colector del fósil fue Edgar Nernberg, un conocido creacionista de Alberta que al ver el fósil decidió mejor llamar a un paleontólogo. ¡Y que bueno que lo hizo! Pues un creacionista sólo hubiera dicho "Oh si, esto es otra prueba del diluvio universal"... En cambio, el pez resultó ser de gran utilidad científica, pues data del Paleoceno (ca. 60 Ma), una época de la que poco se sabe de la vida de Alberta. El pez (y otros más encontrados en la construcción) ya están bajo resguardo en el Royal Tyrrell Museum. La lección del día: nadie sabe para quién trabaja.

Pez fósil del Paleoceno de Calgary, Canadá. ¿Lindo, no?

2. Historias humanas.

Dejemos de lado a los fusiformes y visitemos a nuestros primos lejanos...
La primer noticia tiene que ver con un estudio de esos que son raros en nuestros parientes homínidos extintos: el análisis de aquello que no es cráneo o dientes (denominado postcráneo). Resulta que al estudiar varios restos se pudo saber el tamaño corporal aproximado de esos humanos antiguos (del género Homo, pero de especies indeterminadas) y al analizar estas tallas se concluyeron cosas interesantes. La primera es que las tallas corporales aumentan conforme pasa el tiempo (algo que se sospechaba pero que aún hoy se dudaba) y que este aumento está relacionado con el sedentarismo en áreas más estrechas. Los autores del estudio concluyeron eso tras ver un incremento considerable de talla entre las poblaciones africanas de humanos antiguos y las que estaban fuera de África, especialmente las de Dmanisi, Georgia.

Restos de homínidos primitivo. Fotografía de Jay Stock.

Ok, ser grande da ventajas, pero ¿una vez que los humanos antiguos se hicieron grandes estaban a salvo de los carnívoros? Nope. Y de eso se trata el siguiente estudio. Se analizaron las marcas dejadas en los huesos de neandertales por mamíferos carnívoros de tres grupos: cánidos, félidos y úrsidos. ¿Y que encontraron? Cosas interesantísimas. 1) los neanders no tenían mucha suerte y acababan siendo atacados por carnívoros muy frecuentemente y 2) los carnívoros tenían zonas preferidas para mascar a nuestros primos. Los "tiernos ositos" dejaron considerables marcas en los miembros delanteros de sus víctimas. Los "lindos gatitos" iban tras el cuello y cabeza de sus atolondradas víctimas bípedas. Y finalmente, los "lindos perritus" atacaban cuello, cabeza, manos y pies...

Zonas corporales analizadas y porcentaje de aparición de marcas producidas por carnívoros en neandertales. Collage a partir de Camarós et al. (2015).

Estos patrones sugieren que (y aquí estoy hablando por mí y no por los autores del artículo) los encuentros con osos eran principalmente de carácter defensivo, mientras que los de los gatos muestran un patrón típico de cacería (donde los neanders eran la presa) y los perros de una cacería bastante violenta (quizá en grupos). Esto último o bien es evidencia de escenas súper dramáticas o bien, que los neanders eran pésimos entrenadores de lobos (chiste gente, chiste... malo, pero mío).

Al leer esta noticia no pude sino pensar en esta obra del maestro Zdeněk Burian donde vemos a un grupo de neandertales luchando con un oso de las cavernas (Ursus spelaeus).

Y bueno por ahora es todo, en breve escribiré sobre las noticias escamosas y dinosaurianas... Oh y sobre el nuevo tiburón gigante del Mesozoico. Calma, hay tiempo para todo. Saludos hasta donde estés y que tengas un excelente día.


FUENTES:

Dutel, H., Herbin, M., & Clément, G. (2015). First occurrence of a mawsoniid coelacanth in the Early Jurassic of Europe. Journal of Vertebrate Paleontology, (ahead-of-print), e929581.


Maxwell, E. E., Romano, C., Wu, F., & Furrer, H. (2015). Two new species of Saurichthys (Actinopterygii: Saurichthyidae) from the Middle Triassic of Monte San Giorgio, Switzerland, with implications for character evolution in the genus. Zoological Journal of the Linnean Society, 173(4), 887-912. ACCESO LIBRE


BBC News. (2015). Alberta 'creationist' finds 60m-year-old fish fossils. Consultado el 04/06/2015.

Will, M., & Stock, J. T. (2015). Spatial and temporal variation of body size among early Homo. Journal of human evolution, 82, 15-33. ACCESO LIBRE

Camarós, E., Cueto, M., Lorenzo, C., Villaverde, V., & Rivals, F. (2015). Large carnivore attacks on hominins during the Pleistocene: a forensic approach with a Neanderthal example. Archaeological and Anthropological Sciences, 1-12. ACCESO LIBRE


lunes, 2 de junio de 2014

El mono y el cocodrilo

Esta es de aquellas entradas que colapsan varias noticias en una. En esta ocasión, se trata de dos estudios nuevos sobre especies conocidas.

Al primero es sobre el famoso Proconsul, que vivió durante el Mioceno (23-5 Ma) en lo que hoy es Kenya. Este era una especie temprana de hominoideo (simio) y está relacionado con el origen de nuestro linaje particular de "monitos de suelo". Digo, ya sabíamos que nuestros ancestro pre-hominoideos eran arborícolas y que el regreso a los árboles de algunos de nuestros primos (orangutanes por ejemplo), fue una adaptación reinventada. Lo que no sabíamos era cómo era el ambiente de uno de los primeros hominoideos terrestres. Un nuevo estudio nos arroja una luz en el camino y nos informa que el ambiente de Proconsul era una selva con una alto dosel (la copa de los árboles), que tenía un clima estacional poco marcado y muy húmedo, lo que se correlaciona con una alta diversidad vegetal en el suelo del bosque y por lo tanto, una mayor abundancia de elementos comestibles. Lo que el estudio sugiere seductoramente es que nuestros ancestros bajaron a tierra para poder comer más. Algo sin duda, interesante.

El ambiente reconstruido de Proconsul (abajo) y su primo Dendropithecus (arriba en los árboles). Arte por Jason Brougham.

El otro estudio es sobre un cocodrilo llamado Maroccosuchus zennaroi y sus relaciones filogenéticas (de parentesco evolutivo). Este animalito vivió durante el Eoceno temprano, en lo que hoy es Marruecos y pertenece a una subfamilia de crocodílidos de hocicos delgados, conocidos como tomistominos. Estas criaturas se conocen como "falsos gaviales" y sólo sobrevive una única especie (Tomistoma schlegelii). Los análisis moleculares habían sugerido que los tomistominos eran parientes cercanos de gaviales durante el Eoceno-Oligoceno, pero este robusto estudio nos muestra que nop, evolucionaron de ancestros crocodilianos (como otros análisis de ADN habían sugerido) en algún punto del Paleoceno-Oligoceno y que este grupo tiene su origen en el norte de África y Europa. Además, este estudio ayuda a entender mejor la biogeografía de los tomistominos y apunta a una historia pasada muy rica y distante del rango de distribución actual del falso gavial.

Izquierda, filogenia calibrada con el tiempo de los tomistominos estudiados por Jouve et al. (2014). Derecha, cráneo de Maroccosuchus zennaroi. En rojo, el falso gavial actual. Imagen modificada de Jouve et al. (2014).

Bueno, espero que estas noticias les resulten agradables, nos leemos pronto.

FUENTES:
Michel, L. A., Peppe, D. J., Lutz, J. A., Driese, S. G., Dunsworth, H. M., Harcourt-Smith, W. E., ... & McNulty, K. P. (2014). Remnants of an ancient forest provide ecological context for Early Miocene fossil apes. Nature communications, 5.

Jouve, S., Bouya, B., Amaghzaz, M., & Meslouh, S. (2014). Maroccosuchus zennaroi (Crocodylia: Tomistominae) from the Eocene of Morocco: phylogenetic and palaeobiogeographical implications of the basalmost tomistomine. Journal of Systematic Palaeontology, (ahead-of-print), 1-25.

miércoles, 21 de mayo de 2014

Homínidos y dimetrodontes

Los homínidos y los dimetrodontes nunca coexistieron, pese a lo que las películas clásicas de "dinosaurios" lleguen a mostrar. Pero estas criaturas hacen su lugar en este tema que toca dos descubrimientos recientes interesantes.

Dimetrodon y niño. Arte de Tiffany Turrill.

El primero tiene que ver con un estudio publicado en la revista Nature communications (comunicados de la naturaleza) y tiene que ver con dimetrodontes. Resulta que se llevó a cabo un estudio sobre los cambios en la dentición de esfenacodóntidos (grupo al que pertenece estos reptiles con vela). ¿Cómo? Mediante un análisis de relaciones de parentesco (filogenia) al cual se le superpuso la información dental. Para nuestra sorpresa, los esfenacodontídos resultaron ser criaturas que evolucionaron rápidamente al cambiar la estructura de sus dientes, pero no la de el resto de su cuerpo. Esto, según sugieren los autores del estudio, podría estar vinculado a un cambio en la dieta de los animales. Y con agrado se presenta evidencia que sugiere que entre los primeros animales en tener verdaderos dientes de cuchillo (zifodontos) estaban los dimetrodontes que evolucionaron esta característica de forma convergente a los terápsidos.

Filogenia calibrada con el tiempo geológico donde se muestran los tipos de bordes dentales de estos reptiles parecidos a mamíferos. Modificado de Brink y Reisz (2014). 

El segundo hallazgo es más reciente en el tiempo geológico. Se trata de las primeras huellas de homínido homínino (los homíninos son una subfamilia que no incluye a los orangutanes, gorilas y chimpancés, sino sólo a los parientes mas cercanos a los seres humanos) fuera de África. Este conjunto de huellas fue encontrado en Happisburgh, Reino Unido. Este lugar no sólo tiene huellas, sino artefactos fabricados por parientes cercanos nuestros del género Homo. Esta zona costera data del Pleistoceno temprano, entre hace 1,000,000 y 780,000 años, lo que bate el récord de los restos más antiguos en Europa ¡por al menos 350 mil años! Los científicos que estudiaron las huellas calcularon la altura de sus antiguos dueños y concluyeron que debieron de medir entre 0.93 y 1.73 m de altura, pues entre las huellas se pueden encontrar jóvenes y adultos que caminaron en las riberas de un antiguo y extinto río.

Imagen vertical del área A en Happisburgh con huellas de homínino fósil. Tomado de Ashton et al. (2014).

Estos hallazgos nos abren la puerta a nuevas preguntas que esperemos, seamos capaces de plantear y responder como especie.


FUENTES:

Brink, K. S., & Reisz, R. R. (2014). Hidden dental diversity in the oldest terrestrial apex predator Dimetrodon. Nature communications, 5. 

Ashton, N., Lewis, S. G., De Groote, I., Duffy, S. M., Bates, M., Bates, R., ... & Stringer, C. (2014). Hominin footprints from early Pleistocene deposits at Happisburgh, UK. PloS one, 9(2), e88329.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Notas cortas: Nuevos restos de Lufengpithecus

Lufengpithecus es un género de grandes simios que vivieron durante el Mioceno tardío, hace unos 8 millones de años en lo que hoy es el sudeste asiático. Tradicionalmente, estos simios son clasificados en la subfamilia Ponginae, que incluye a los actuales orangutanes Pongo pygmaeus, el orangután de Borneo y Pongo abelii, el orangután de Sumatra.

Los orangutanes Pongo pygmaeus (izquierda) y Pongo abelii (derecha), supuestos parientes de Lufengpithecus.

Este mes se publicó en el Boletín Chino de Ciencias el hallazgo, descubrimiento y descripción del cráneo de un juvenil de la especie Lufengpithecus lufengensis. Este hallazgo tuvo lugar en la provincia de Yunnan, específicamente en la localidad de Shuitangba. El cráneo representa el segundo cráneo de primate del Mioceno Eurasiático conocido y se compone de la parte frontal (rostro) del animal.

El cráneo del estudio, con número de colección ZT 299.

El estudio de este y otros elementos de Lufengpithecus han contribuido a descartar la idea que estos primates son una especie de orangután antiguo y en su lugar se consolida la noción de que, en realidad representan una radiación adaptativa de grandes simios no emparentados cercanamente a ningún linaje de simios actual.

Cráneo de un Lufengpithecus adulto.

Esta nueva hipótesis concuerda con los cambios geológicos y bióticos que ocurrieron en el sudeste asiático durante el Mioceno medio y tardío, lo que supone que Asia fue en su momento centro de origen de algunos grupos de simios.

FUENTE:
Ji, X., Jablonski, N. G., Su, D. F., Deng, C., Flynn, L. J., You, Y., & Kelley, J. Juvenile hominoid cranium from the terminal Miocene of Yunnan, China. Chinese Science Bulletin, 1-9pp.