Esta entrada tiene que ver con "Los anquilosaurios incógnitos", gracias a todos los que votaron para saber más.
La Paleontología, como toda empresa humana se ve influenciada por las modas, quizá al tratarse de una ciencia se aparta un poco de las tendencias populares, pero desarrolla las propias. Y es a este tipo de moda al que nos estaremos refiriendo en esta entrada y no a los gustos en ropa.
El barón Franz Nopcsa (el primer paleobiólogo) en su atuendo militar albanés.
Una de las tendencias más comunes en los albores de la paleontología fue el establecimiento de una innumerable cantidad de especies descritas a partir de material muy pobre o que simplemente no era considerado como una variación de una misma especie. Gracias a esto decenas y decenas de especies brotaban por doquier sin reparo en su validez. Pero no debemos tachar a esto de "malo" o pensar que los paleontólogos de antaño eran "menos minuciosos", simplemente era esa la tendencia y se explica por dos factores cruciales: comunicación y tecnología.
La comunicación y la tecnología eran las grandes limitantes de finales de siglo XIX y principios de siglo XX.
Los tiempos eran otros y aunque habían menos paleontólogos que en la actualidad, la ausencia del poderoso internet impedía que los nuevos descubrimientos se difundieran con la velocidad con la que hoy lo hacen. Sólo imaginen tener que navegar entre cientos de reportes en papel que tenías que conseguir en las bibliotecas de universidades, museos y sociedades, sólo para terminar horas leyendo interminables líneas innecesarias (para los estándares de hoy) que incluían el estado de ánimo, el tiempo, los nombres, oficios y aptitudes de los colectores. Ahora sumemos el hecho de que no todos los reportes presentaban vastas descripciones anatómicas de las piezas y que a veces no se contaba con ilustraciones detalladas o fotografías. Es comprensible entonces del porqué tantas especies.
Descripción original de Bison latifrons (el bisonte gigante norteamericano) realizada por Richard Harlan en 1825. Note lo ambiguo de la información.
Aunque se sabía que algunas especies cambian de morfología conforme crecen, estas diferencias, denominadas alometría eran ignoradas o simplemente era demasiado difícil reconocer cuando se presentaban. Este es también el caso de la variación sexual y geográfica que no fue tomada en cuenta, sino hasta hace relativamente poco. Otro factor importantísimo es que las computadoras y las poderosas herramientas estadísticas o no habían surgido o eran imprácticas (porque se tenían que hacer a mano). Y finalmente, las nuevas tecnologías analíticas como el fechamiento radioactivo fino y la morfometría geométrica (que permiten discernir en la forma de los organismos y su edad exacta) no habían nacido o estaban en pañales.
Alometría y variación geográfica en Tyrannosaurus rex. Abajo vemos un joven que no es un adulto en miniatura, sino que tiene proporciones diferentes. En medio y arriba vemos al adulto robusto y grácil de T. rex, antes se creía que eran machos (gráciles) y hembras (robustas) sin embargo, hoy se sabe que este no es el caso y que es variación geográfica de la misma especie.
Todo lo anterior, más el factor humano (el ego de querer nombrar especies nuevas con poca evidencia o con una alta dosis de autoconvencimiento) nos heredaron un nuevo trabajo a los paleontólogos de hoy, que es preguntarnos ¿todas esas especies son válidas? Esta pregunta apenas está siendo sondeada y ha arrojado interesantes resultados, de los cuales hablaremos en entradas posteriores.
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