Esta es otra entrada de "quiero saber más". Esta guarda relación con la entrada "el origen de los roedores" (clic para ver).
Los mamíferos comprenden cerca de 5,486 especies, de las cuales, el 41.5% son roedores y 20% son murciélagos. Esto hace de los quirópteros el segundo grupo de mamíferos más importante y diverso. Los murciélagos son fáciles de reconocer, pues sus miembros delanteros se han transformado en alas membranosas que les permiten el vuelo activo. Dentro de este grupo biológico encontramos especies diminutas como el murciélago nariz de cerdo de Kitti (Craseonycteris thonglongyai) que mide entre 30 y 40 mm de largo y pesa entre 1.5 y 2 gramos; así también encontramos especies grandes como el zorro volador filipino (Acerodon jubatus) que alcanza una envergadura de hasta 2 metros y un peso de hasta 1.5 Kg.
Los restos fósiles de murciélagos son poco frecuentes en el registro fósil dada la naturaleza frágil de sus esqueletos. Los más antiguos conocidos datan del Eoceno, de hace 52.5 millones de años e incluyen a las especies Icaronycteris index (Ícaro nocturno índice) y Onychonycteris finneyi (Garras nocturnas de Finney), siendo esta última la más primitiva de todos los murciélagos conocidos. Anteriormente se colocaba a los murciélagos como parientes cercanos de primates y colugos, en un grupo llamado Archonta sin embargo, análisis de ADN los sitúan como parientes cercanos de los pangolíes y los carnívoros.
Tengan el arreglo que tengan, los murciélagos evolucionaron a partir de ancestros arborícolas que en primera instancia fueron planeadores y que con el tiempo adquirieron la capacidad de volar. Esta teoría está soportada por la presencia de garras en todos los dedos de Onychonycteris y de una garra vestigial en los dedos I y II de Icaronycteris, así como la presencia de una única garra en los pulgares de los modernos murciélagos, garra que usan para trepar, aferrarse y rascar.
Estos noctámbulos alados, desde sus orígenes humildes representan una de las grandes historias de éxito de los mamíferos. Historia que aún hoy no deja de sorprendernos.
FUENTES:
Jepsen, G. L. (1966). Early eocene bat from Wyoming. Science, 154(3754), 1333-1339.
Simmons, N. B., Seymour, K. L., Habersetzer, J., & Gunnell, G. F. (2008). Primitive Early Eocene bat from Wyoming and the evolution of flight and echolocation. Nature, 451(7180), 818-821.
Los extremos en el rango de medidas de los murciélagos. Izquierda, Craseonycteris thonglongyai, tomado de Koshersamurai. Derecha, Acerodon jubatus, tomado de LucianoLuciano.
Los restos fósiles de murciélagos son poco frecuentes en el registro fósil dada la naturaleza frágil de sus esqueletos. Los más antiguos conocidos datan del Eoceno, de hace 52.5 millones de años e incluyen a las especies Icaronycteris index (Ícaro nocturno índice) y Onychonycteris finneyi (Garras nocturnas de Finney), siendo esta última la más primitiva de todos los murciélagos conocidos. Anteriormente se colocaba a los murciélagos como parientes cercanos de primates y colugos, en un grupo llamado Archonta sin embargo, análisis de ADN los sitúan como parientes cercanos de los pangolíes y los carnívoros.
Los murciélagos fósiles más antiguos y primitivos conocidos. Izquierda, Icaronycteris index. Derecha, Onychonycteris finneyi.
Tengan el arreglo que tengan, los murciélagos evolucionaron a partir de ancestros arborícolas que en primera instancia fueron planeadores y que con el tiempo adquirieron la capacidad de volar. Esta teoría está soportada por la presencia de garras en todos los dedos de Onychonycteris y de una garra vestigial en los dedos I y II de Icaronycteris, así como la presencia de una única garra en los pulgares de los modernos murciélagos, garra que usan para trepar, aferrarse y rascar.
Reconstrucciones de Onychonycteris (izquierda) e Icaronycteris (derecha). Note las garras en todos los dedos de Onychonycteris y la presencia de garras en el dedo I y II de Icaronycteris.
Estos noctámbulos alados, desde sus orígenes humildes representan una de las grandes historias de éxito de los mamíferos. Historia que aún hoy no deja de sorprendernos.
FUENTES:
Jepsen, G. L. (1966). Early eocene bat from Wyoming. Science, 154(3754), 1333-1339.
Simmons, N. B., Seymour, K. L., Habersetzer, J., & Gunnell, G. F. (2008). Primitive Early Eocene bat from Wyoming and the evolution of flight and echolocation. Nature, 451(7180), 818-821.
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