En 1972 Bernard Ngeneo, miembro del equipo de excavación del arqueólogo
Richard Leakey y la zoóloga Meave Leakey, descubrió un cráneo fragmentado en el
sitio Koobi Fora, situado en las márgenes del lago Turkana, en Kenia, África.
El espécimen (KNM-ER 1470) fue descrito por Valeri Pavlovich Alekseyev en 1978
como Pithecanthropus rudolfensis,
nombre que fuera cambiado a Homo
rudolfensis en 1999 por Bernard Wood.
Figura 1. Arriba, izquierda: Richard y
Meave Leakey. Abajo, izquierda: sitio del hallazgo de Homo rudolfensis (tomado de Paleobiology Database). Derecha:
espécimen KNM-ER 1470 (tomado de Science Photo Library).
A diferencia de lo que sucede con restos de otras especies, los restos de
homínidos reciben un trato mucho más meticuloso y por ello, la implantación de
una nueva especie a partir de un elemento único es válida, pero aceptada con
mucha reticencia y ese fue precisamente el caso de rudolfensis. De hecho, de no ser por la antigüedad que presenta, es
muy probable que no hubiera suscitado tanto debate y fuera aceptado con mayor
facilidad.
Figura 2. Reconstrucción del cráneo de H. rudolfensis.
Los primeros fechamientos del cráneo lo situaron hace 3 millones de años,
sin embargo, hoy sabemos que tiene una antigüedad de entre 2.5 y 1.8Ma. El “inconveniente”
es que, resulta ser más viejo que los restos fósiles más antiguos del género Homo que se conocían, mismos que
corresponden a Homo habilis, que
vivió entre hace 2.1 y 1.5Ma.
Figura 3. Homo habilis, el presunto primer fabricante de herramientas de
nuestro árbol genealógico y sus obras de arte (tomado de Science Photo Library).
De hecho, algunos paleoantropólogos sugerían que en realidad H. rudolfensis era un individuo raro de H. habilis y que por lo tanto, no sería
una nueva especie. Sin embargo, análisis de la morfología fina revelaron que rudolfensis era muy distinto a habilis, mucho más de lo que se
esperaría si fuera de un sexo distinto o sólo un individuo aberrante.
Posteriormente, análisis de la dieta basados en el desgaste de los molares de rudolfensis y molares de varios
individuos de habilis mostraron que
de hecho, estos organismos tenían nichos ecológicos distintos (rudolfensis era más vegetariano y habilis un omnívoro) y que por lo tanto,
eran dos especies diferentes.
Figura 4. Cráneos de H. rudolfensis (izquierda) y H.
habilis (derecha), a escala. Imagen tomada de Science Photo Library.
Con todo y la evidencia en las narices, varios científicos se mostraron
escépticos y pidieron una última prueba de fuego: encontrar más restos de H. rudolfensis. La proeza no sería
completada hasta Agosto 8 de 2012, cuando se publicó en Nature*, un estudio
sobre el hallazgo de un rostro inferior y una mandíbula inferior que
presuntamente corresponden a H. rudolfensis.
Fig. 5. Comparación de reconstrucciones faciales científicas de H. rudolfensis (izquierda) y H. habilis (derecha).
Aún con este nuevo hallazgo surge un nuevo debate, propuesto por el
arqueólogo Lee Rogers Berger, sobre si en realidad estos restos representan a H. rudolfensis o sólo son restos de H. habilis o peor, de Australopithecus africanus, una especie
que ni siquiera forma parte del género Homo.
Leakey, el autor del trabajo de 2012, replicó diciendo que si se encontrase una
especie de homínido viva o extinta que mostrara semejante variación se rechazaría
la noción de que estos restos corresponden a H. rudolfensis. El punto a favor de Leakey es precisamente lo que
él mismo menciona: no existe ninguna especie conocida que presente tal
variación intraespecífica en rasgos tan importantes como el reconocimiento
visual entre miembros de la misma especie. De hecho, en un tiempo en el que
existieron muchas especies de homínidos parecidos, lo mejor sería ser distintos
unos de otros para evitar confusiones amorosas.
Figura 6. Arriba y en medio: los especímenes
nuevos de Homo rudolfensis. Abajo izquierda:
delineado en negro: reconstrucción de la dentadura superior del espécimen KNM-ER
62000, en gris: modelo 3D de la mandíbula inferior del espécimen KNM-ER 60000 (Homo rudolfensis). Abajo derecha:
delineado en negro la reconstrucción de la dentadura superior de KNM-ER 62000 (Homo rudolfensis), en gris, modelo 3D de
la mandíbula KNM-ER 1802 correspondiente a Homo
habilis. Se aprecia que los especímenes asignados a Homo rudolfensis coinciden
y tenían un rostro más plano que el de Homo
habilis.
El debate seguirá entre pequeñas facciones sin embargo, el consenso científico
es que Homo rudolfensis es una especie
válida de homínido primitivo, pero no sólo eso, sino que además es la especie
más antigua de nuestro linaje: el género Homo,
al que corresponde nuestra especie: Homo
sapiens. Su confirmación como especie válida corrobora lo que ya antes
sospechábamos: la historia evolutiva de nuestro grupo de simios bípedos es más
compleja de lo que suponíamos y no representa para nada una línea de progreso
ininterrumpido, sino una gran diversidad de ensayos que el clima terminó por
extinguir.
La cuestión ahora es averiguar: ¿Es Homo
rudolfensis el ancestro de Homo habilis
o son ambas especies hermanas derivadas de una especie aún no descubierta de
Homo? La respuesta será sin duda interesante.
Artículo de Nature
Leakey, M., F.
Spoor, M. C. Dean, C. S. Feibel, S. C. Antón, C. Kiare y L. N. Leakey. 2012.
New fossils from Koobi Fora in northern Kenya confirm taxonomic diversity inearly Homo. Nature. 488: 201-204pp.
pero como era su forma de vida. el homo rudolfensis
ResponderEliminarHola, gracias por comentar.
EliminarHabrá que hacer estudios más exhaustivos sobre la dieta de este homínido. La verdad cualquier dato que te pueda ahora dar sería una mentira.
Habrá que esperar a que se hagan los estudios pertinentes.
SALUDOS
Hola, podrias decirme como era la forma de vida del homo rudolfensis? gracias.
ResponderEliminarHola, me gustaría pero esos son datos por el momento desconocidos. Hacen falta estudios al respecto.
EliminarSALUDOS