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domingo, 30 de junio de 2013

¿Sabías que? Osos 2


¿Sabías que existieron varias especies de osos marinos?

Esta es la segunda parte de la serie ¿sabías que? con osos, para ver la primera parte (que trata de las especies de osos modernos) puede hacer clic aquí.

Los osos son criaturas del orden Carnivora y pertenecen a esa clasificación por la posesión de dientes carnasiales y no por su dieta, pues la suya es muy variada e incluye hojas, raíces, frutos, moluscos, insectos, peces, mamíferos, aves, reptiles y otros artículos alimenticios. En su mayoría son omnívoros generalistas y cuentan con pocas excepciones modernas como el oso polar, que se alimenta principalmente de carne y el oso panda que se alimenta casi exclusivamente de bambú.

Cráneo de Oso pardo (Ursus arctos) mostrando los dientes carnasiales: el premolar cuarto de la mandíbula superior y el molar primero de la mandíbula inferior. Réplica de cráneo tomado de Skullsunlimited.com 

Los osos aparecieron hace 38 millones de años y pronto adquirieron sus dotes generalistas, mismos que les han permitido sobrevivir a distintas extinciones, tanto locales como globales. Los osos que se han convertido en especialistas, normalmente tuvieron gran éxito durante el auge de su artículo alimenticio, pero pronto se vieron sobrepasados por su incapacidad de adaptarse a cambios repentinos. Algo semejante sucede hoy con los osos polares y los pandas.

Osos especialistas que atraviesan el peligro de extinción por su especialización, el oso polar (izquierda) y el oso panda (derecha).

Hace tiempo, existió una subfamilia de úrsidos norteamericanos que era bastante distinta a la imagen arquetípica que tenemos de los osos, se denomina Amphicynodontinae (an-fi-ci-no-don-ti-ne) y todos sus integrantes están extintos. Su forma corporal se parecía más a la de un mapache o a la de un pada rojo que a la de un úrsido actual. Es más probable que tuviesen una cola larga en un cuerpo alargado y sostenido por patas cortas. Esta subfamilia constaba de tres géneros: Parictis, Allocyon Kolponomos. Existió desde el Eoceno tardío, hace 37.2 Ma y se extinguió durante el Mioceno medio, hace 13.6 Ma y se trata del grupo de osos más primitivo de todos.

La forma corporal de los primeros osos era similar a la que presentan los actuales mapaches (izquierda) y pandas rojos (derecha).

Uno de sus miembros, Kolponomos era un género de oso marino. ¿Qué tiene de especial si hoy tenemos al oso polar que es casi exclusivamente marino? Bueno, que su forma corporal era en esencia distinta, pues más se asemejaba a una nutria-oso gigante que a un zancón y colicorto oso polar. Constaba de dos especies: Kolponomos clallamensis y Kolponomos newportensis, ambos de alrededor de 20 Ma de antigüedad.

Reconstrucción antigua de Kolponomos, el oso marino de ilustrador desconocido. Aquí, el artista lo reconstruye como un oso ligeramente distinto en el rostro a los osos modernos.

Kolponomos vivió en la costa noroeste de Norteamérica en un ambiente de tipo costero templado a tropical. El estudio su cráneo y dentadura ha revelado que este oso vivía de una dieta basada en moluscos y crustáceos, un nicho trófico ocupado en la misma parte del mundo, pero en otro tiempo por la actual nutria marina.

Reconstrucción "herética" de Kolponomos newportensis por el artista Roman Yevseyev. En realidad se trata de la mejor reconstrucción de esta especie, pues la evidencia muestra que de hecho era más semejante a una nutria que a un oso.

Algunas de las evidencias que sugieren que este oso prehistórico pasaba la vida como una nutria son: tenía los ojos al frente de la cara, una adaptación que le permitiría calcular distancias muy bien para enfocar a la presa potencial bajo el agua; tenía los caninos superiores e incisivos terceros superiores gruesos y apretados en el frente de la mandíbula, lo que le permitiría colectar organismos que se aferraran a la roca; poseía además musculatura desarrollada en el cuello, lo que soporta la idea de una criatura que arrancaba presas de las rocas y finalmente, tenía un hocico dirigido hacia abajo, con las narinas lejos de los dientes, una adaptación que le evitaría raspar la nariz contra el substrato mientras tomaba a sus presas.

Cráneo de Kolponomos. Arriba izquierda, cráneo en vista palatal; se aprecian el incisivo tercero (en rosa) y el canino (en naranja). Abajo, izquierda, cráneo en vista rostral; se aprecia que los ojos miraban hacia el frente del rostro; los puntos negros representan la ubicación de las pupilas del animal. Derecha, cráneo y mandíbula donde se aprecia una mandíbula corta y poderosa cuyos dientes planos están adaptados a triturar invertebrados marinos. El cráneo en vista palatal y rostral, así como la mandíbula, pertenecen a Kolponomos newportensis (USNM 215070). El cráneo en vista lateral pertenece a Kolponomos clallamensis (LACM 131148).

La idea de Kolponomos como un oso marino que más parecía nutria y que usaba el mismo espacio y nicho que usa la nutria marina actual supone una gran sorpresa, pues revela que en el ámbito evolutivo, una especie llenará el hueco dejado por una especie extinta y que esta cumplirá con los requisitos que el medio le imponga, tal es el caso de la nutria que llegó a parecerse a este oso extinto. Es pues bajo esta restricción de formas que encontraremos especies y grupos de especies emparentadas a organismos que poco o nada tienen que ver con el modo de vida extraño de sus ancestros y que sorpresivamente parecen otra cosa.

Restauración del cráneo de Kolponomos newportensis por el artista Roman Yevseyev.

Una cuestión que no puede faltar es la gran controversia que Kolponomos suscita. Cuando fue descrito por el paleontólogo estadounidense Ruben Arthur Stirton en 1960, fue identificado como un mapache. En 1994, Richard H. Tedford y colaboradores concluyeron que este bicho era una especie de vínculo entre los osos y los pinípedos (animales como lobos marinos, focas y morsas). Y finalmente, Hunt en 1998 lo incluyó dentro de la familia de los osos (Ursidae), como parte de una subfamilia primitiva (Amphicynodontinae). Cual sea su ubicación dentro del grupo de los Ursoideos, Kolponomos no deja de ser un bicho interesante.

Stirton y la posición propuesta en 1994 para Kolponomos, entre los osos verdaderos y los pinípedos.

La evolución siempre nos da y seguirá dando sorpresas mientras más estudiemos las extrañezas que ha producido a lo largo de los eones.


FUENTES:

Tedford, R. H., Barnes, L. G., & Ray, C. E. (1994). The early Miocene littoral ursoid carnivoran Kolponomos: systematics and mode of life. In Proceedings of the San Diego Society of Natural History (Vol. 29, pp. 11-32).

Hunt R, M. (1998) Ursidae. In: CM Janis, KM Scott, LL Jacobs (eds.) Evolution of Tertiary Mammals of North America. Cambridge University Press, New York, pp 174–195.

Berta, A., Sumich, J. L., & Kovacs, K. M. (2005). Marine mammals: evolutionary biology. Access Online via Elsevier.

viernes, 28 de junio de 2013

Notas cortas: Novedades no tan novedosas (descubriendo el hilo negro)

Existen muchos estudios paleontológicos que por su relevancia e importancia sólo son publicados en revistas de alto impacto. Sin embargo, de cuando en cuando se cuelan investigaciones que si bien son absolutamente meritorias de honores (por el gran trabajo que implican), no son el gran avance y cambio de paradigma que a veces queda implicado son pues, descubridores de hilo negro. Esta vez este fatídico evento que turba sobremanera a los medios de comunicación se ha repetido dos veces, una con caballos y la otra con tortugas, en las afamadas casas de publicación Cell y Nature.

Capturas de pantalla de los dos artículos de esta entrada. © Cell Publishing Group y © Nature Publishing Group, todos los derechos reservados.

El primer estudio, publicado en la revista "Biología actual" (Current Biology) trata de la evolución del caparazón de las tortugas y 'descubre' que las tortugas (su linaje ancestral en realidad) desarrolló la parte interna del caparazón antes que la parte externa. ¿Por qué no es tan novedoso el estudio? Primero, porque la especie que presentan (Eunotosaurus africanus) era conocida desde 1892 y su anatomía ya había sido descrita. Segundo, porque las fases del desarrollo del caparazón de una tortuga se conocen desde hace muchos años, habiéndose estudiado primero en embriones y corroborado con los fósiles de Odontochelys semitestacea, descritos en 2008. Lo verdaderamente nuevo es el cese a la incertidumbre del origen quelonio y el afianzamiento del vínculo entre tortugas y los reptiles milerétidos.

Eunotosaurus africanus, reconstrucción de la izquierda por Smokeybjb, reconstrucción del esqueleto tomado de carnivoraforum.com.

El segundo estudio se publicó en la revista "Cartas de la Naturaleza" (Nature Letters) y trata del análisis de ADN antiguo de un espécimen de caballo (Equus sp.) de entre hace 560 y 780 mil años. Este estudio se vanagloria de haber sido capaces de determinar cuándo apareció la primer especie de caballo verdadero, que corresponde al género Equus, situando esta aparición hace 4 a 4.5 millones de años. ¿Por qué este estudio no es tan novedoso? Principalmente porque se adjudican un mérito que no les corresponde, pues es sabido por los paleontólogos desde hace décadas que el género Equus apareció durante el Blancano medio, una edad que se sitúa hace poco más de 4 Ma. Siendo el Caballo de Hagerman (Equus simplicidens) el más antiguo conocido y fechado entre 3.5 y 4.9 millones de años.

Equus simplicidens, expuesto en el Museo de Historia Natural de Utah, Estados Unidos.

Sin duda, estos estudios requieren de una presentación menos estrafalaria y/o una investigación de antecedentes más extensa y rigurosa, especialmente si se publicarán en revistas de tan alto impacto.

FUENTES:
Lyson, T. R., Bever, G. S., Scheyer, T. M., Hsiang, A. Y., & Gauthier, J. A. (2013). Evolutionary Origin of the Turtle Shell. Current Biology.


jueves, 27 de junio de 2013

Notas cortas: Nuevo dominio arruina al anterior

Una microbialita es una estructura rocosa formada por organismos microscópicos, casi por regla procariontes (bacterias y arqueobacterias). En estas construcciones, los microbios producen substancias especiales que permiten que los minerales del agua se adhieran y formen capas de roca, o bien consumen minerales disueltos del agua y luego los sedimentan al excretarlos como producto de su metabolismo. Dada la naturaleza de su formación, las microbialitas tienen dos características  principales: se forman en capas y su formación dura mucho tiempo.

Estromatolitos (izquierda) y trombolitos (derecha) modernos, las microbialitas más comunes. Los estromatolitos son de la Bahía Tiburón y los trombolitos son del lago Clifton, ambos sitos de Australia.

Las microbialitas más populares y conocidas son los estromatolitos que son estructuras rocosas producidas por comunidades bacterianas, cuyos integrantes poseen distintos roles ecológicos. El grueso de la comunidad lo conforman bacterias fotosintéticas y el resto consta de bacterias heterótrofas. El principal mineral precipitado para formar la roca es carbonato de calcio (el mismo que compone el esqueleto de muchas criaturas como algas microscópicas, equinodermos, moluscos, etc.). Los estromatolitos fueron la forma de vida más común durante las etapas primales de la vida en la tierra, desde al menos 3,500 Ma, pero comenzaron a declinar fuertemente hace aproximadamente 1,000 Ma.

A la izquierda estromatolitos modernos en las Bahamas. A la derecha, corte de estromatolito Boliviano de hace 2,300 Ma.

El declive de los estromatolitos era un misterio, hasta que el mes pasado se publicó un estudio que arrojó bastante luz al asunto. Resulta ser que junto con las bacterias que forman las microbialitas viven unos simpáticos "parásitos", se trata de eucariontes unicelulares conocidos como foraminíferos que pueden afectar bastante a la formación de las capas del estromatolito y llegan incluso a devastar la comunidad si se presentan las condiciones adecuadas. Curiosa y "casualmente" los eucariontes unicelulares (entre ellos los foraminíferos) aparecieron hace 1,000 Ma, lo que podría explicar el declive de los estromatolitos en función de su microdepredación por parte de estos conchudos mini seres.

Algunos esqueletos de foraminíferos, fotografiados por Psammophile.

FUENTE:
Bernhard, J. M., Edgcomb, V. P., Visscher, P. T., McIntyre-Wressnig, A., Summons, R. E., Bouxsein, M. L., ... & Jeglinski, M. (2013). Insights into foraminiferal influences on microfabrics of microbialites at Highborne Cay, Bahamas. Proceedings of the National Academy of Sciences, 110(24), 9830-9834.

miércoles, 26 de junio de 2013

Notas cortas: destete Neandertal

Los seres humanos (Homo sapiens) solemos creer que somos esencialmente distintos del resto del reino animal y que nos diferenciamos de otros simios tanto que ni deberíamos ser considerados primates. Cuando vemos otras especies humanas, solemos creer que entre ellos y nosotros sólo se comparten algunos rasgos, pero que somos muy distintos, pues no somos seres instintivos sino pensantes, criaturas tan lejanas a lo que dicta la naturaleza que en cierto modo somos una especie de mono desnudo angelical. Nada más alejado de la realidad.

El hombre, la criatura más elevada de entre todos los primates. En la ilustración, Hombre de Vitruvio, por Leonardo da Vinci.

Compartimos no sólo rasgos físicos en común con otros primates homíninos (australopitecos, parantropos, homos, etc.), sino también características conductuales. Una de ellas es el amamantamiento de las crías, pues tanto las hembras de nuestra especie como las de otros primates y el resto de los mamíferos amamantan a sus cachorros. Es cierto que existe una diferencia fundamental entre monos y humanos, pues los otros primates destetan a sus bebés cuando estos son ya bastante grandecitos y nuestra especie desteta a los pequeñuelos a muy temprana edad.

La lactancia en primates no humanos dura más tiempo que en nosotros.

En Mayo se publicó en la revista Nature una nueva técnica de estudio de dientes que tiene que ver con la lactancia. Este método se basa en el estudio de las capas que forman un diente y su relación de Calcio/Bario. El bario es un elemento que se acumula en mayor proporción cuando una cría se alimenta exclusivamente de leche materna. El estudio además ha demostrado que los neandertales tenían un patrón de amamantado semejante al de nosotros, una cría reveló ser alimentada estrictamente con leche materna durante siete meses y durante otros siete combinando leche materna con otro tipo de dieta.

Los neandertales eran más humanos de lo que se pensaba.

Esto demuestra que los humanos no planeamos el destete con nuestros brillantes cerebros, sino que lo hacemos de forma instintiva y que este comportamiento surgió al menos desde el último ancestro común entre neandertales y humanos.

FUENTE:
Austin, C., Smith, T. M., Bradman, A., Hinde, K., Joannes-Boyau, R., Bishop, D., ... & Arora, M. (2013). Barium distributions in teeth reveal early-life dietary transitions in primates. Nature, 498(7453), 216-219.

lunes, 24 de junio de 2013

Notas cortas: nuevo, pequeño y canadiense

Las nuevas especies de dinosaurios son un fenómeno mediático, especialmente cuando se trata de enormes carnívoros o colosales cuellos largos. Las especies pequeñas -a no ser que sean parientes de las aves- son por lo general ignoradas, pues no suponen fascinación, o al menos es lo que se piensa. Sin embargo, el estudio de las pequeñas especies le brinda contexto a la existencia de las grandes y "llena el vacío" que existiría en un ecosistema lleno de gigantes. Su estudio pues, "hace funcionar" al ecosistema.

Los grandes esqueletos ostentan un lugar "privilegiado" en los museos y son los protagonistas en el drama de los dinosaurios y su mundo. 

El mes pasado se publicó el hallazgo de un nuevo dinosaurio de Canadá. Se trata de un pequeño ornitópodo (pariente cercano de dinosaurios como el icónico Iguanodon o los famosos picos de pato) de unos 1.6 m de largo y apenas unos 16 Kg de peso. Este pequeñín -apenas mayor que un pavo grande- fue llamado Albertadromeus syntarsus, cuyo nombre significa "Corredor de Alberta de tarso fusionado".

Reconstrucción de Albertadromeus por el paleoartista Julius T. Csotonyi.

Precisamente esas dos son sus características principales, pues fue descrito a partir de elementos de las patas que estaban fusionados y los científicos que lo describieron suponen que por la morfología que presenta, este pequeñín era un veloz corredor del Cretácico tardío de Canadá que vivió entre hace 83.5 y 70.6 millones de años.

Holotipo de Albertadromeus (restos conocidos en blanco).

El estudio detallado de estos dinosaurios pequeños supone un cambio de paradigma paleontológico y un avance que permitirá una mejor comprensión del mundo de los dinosaurios.

FUENTE:
Brown, C. M., Evans, D. C., Ryan, M. J., & Russell, A. P. (2013). New data on the diversity and abundance of small-bodied ornithopods (Dinosauria, Ornithischia) from the Belly River Group (Campanian) of Alberta. Journal of Vertebrate Paleontology, 33(3), 495-520.

Notas cortas: muchos cocodrilos

Los cocodrilos (orden Crocodylia) pertenecen a un grupo de reptiles llamado arcosaurios, este incluye a los extintos pterosaurios y a los famosos dinosaurios. Las aves, al descender de dinosaurios son técnicamente arcosaurios, pero aún nos rehusamos a verlas como reptiles que ascendieron a los cielos. Regresando a los cocodrilos, estos son actualmente los reptiles más avanzados del planeta y hoy contienen tres familias: Gavialidae, Alligatoridae y Crocodylidae. La primera incluye a los gaviales, que poseen hocicos alargados y delgados, la segunda incluye a los aligátores y caimanes que poseen hocicos cortos y anchos. La tercer familia, la de los cocodrilos verdaderos incluye animales de hocicos moderadamente largos y más anchos en la base que en el ápice.

Las tres familias de cocodrilos y sus representantes. De arriba a abajo: cocodrilos verdaderos, caimanes y gaviales. 

Actualmente existen 24 especies de cocodrilos y su mayor diversidad se concentra en el sudeste asiático (siete especies) y en Sudamérica (once especies). Rara vez ocurren más de tres especies coexistiendo en el mismo lugar, siendo la excepción a este patrón Sudamérica con hasta cinco especies de estos reptiles.

Este de Venezuela, el único lugar del mundo donde coexisten las especies: Caiman intermedius, Caiman crocodilus, Paleosuchus trigonatus, Paleosuchus palpebrosus y Melanosuchus niger.

Un nuevo estudio, publicado en la revista Nature ha descubierto que durante el Mioceno tardío, Sudamérica fue el lugar más rico en el mundo en especies de cocodrilos, hasta 14 especies de distintas tallas corporales. En cuanto a coexistencia, la parte superior de la formación geológica Urumaco, específicamente en la localidad Corralito/Tío Gregorio, ubicada en el estado de Falcón, Venezuela, albergaba un máximo de siete especies, que incluían cinco caimanes y sorpresivamente dos gaviales.

Cocodrilos del antiguo río Urumaco durante el Mioceno. Ilustración por el artista Jorge González.

Esta riqueza vio su fin con el cambio de clima provocado por el levantamiento de la joven cordillera andina y desde entonces no han vuelto a coexistir tantas  especies de cocodrilos.

FUENTE:
Scheyer, T. M., Aguilera, O. A., Delfino, M., Fortier, D. C., Carlini, A. A., Sánchez, R., ... & Sánchez-Villagra, M. R. (2013). Crocodylian diversity peak and extinction in the late Cenozoic of the northern Neotropics. Nature communications, 4, 1907.

jueves, 20 de junio de 2013

Notas cortas: Modales en la mesa

Hace tiempo, cuando la paleontología era joven y los científicos daban sus primeros pasos hacia la reconstrucción fidedigna de criaturas extintas, se solía creer que los dinosaurios carnívoros grandes eran todos miembros de un grupo único de reptiles emparentados. Esta idea se derrumbó con nuevos estudios y se reconoció que algunos de ellos no guardaban relación estrecha con otros carnívoros gigantes. El ejemplo más famoso es el de Allosaurus y Tyrannosaurus, ambos considerados depredadores ápice de sus ecosistemas y que vivieron durante el Jurásico y Cretácico tardíos respectivamente.

Los "carnosaurios" Allosaurus (izquierda) y Tyrannosaurus (derecha). Ilustraciones de Bryan Baugh.

La idea del parentesco pereció, pero no la idea de un comportamiento semejante, especialmente a lo que se refiere a los hábitos alimenticios, después de todo dos grandes terópodos debían comer de la misma manera ¿cierto? Pues en realidad no, como bien lo menciona el paleontólogo estadounidense Dr. Robert T. Bakker "en la escuela nos enseñaron que todos los dinosaurios carnívoros comían igual, pero eso era totalmente falso". Los estudios paleobiológicos y especialmente los que tienen que ver con la función de las formas han demostrado que existen diferencias significativas entre los dinosaurios carnívoros gigantes.

El Dr. Bakker, pionero en el estudio de la paleobiología de los dinosaurios en norteamérica señalando a un Gorgosaurus en el Museo de Ciencias Naturales de Houston, Texas, EUA.

Recientemente se publicó un trabajo que mediante el estudio de la función y la anatomía del dinosaurio Allosaurus llegó a una conclusión novedosa. Los autores del artículo hicieron un modelo digital funcional en 3D de este dinosaurio y lo llenaron con tejidos virtuales: músculo, espacios de aire y órganos sensoriales. Una vez terminado el modelo, lo sometieron a distintos escenarios, revelando los mecanismos de alimentación de este gigante. Al contrario de lo que sucede con Tyrannosaurus (que se alimentaba como un cocodrilo, sacudiendo violentamente la cabeza para desprender trozos de carne), Allosaurus comía de forma más refinada, de forma similar a un halcón (tirando de la carne hacia arriba y abajo para desprender trozos fáciles de tragar).

Movimiento máximo del cuello y cabeza de Allosaurus. Tomado de Snively et al. 2013.

Esta diferencia indica que estos saurios daban un trato distinto a sus presas y que ciertamente tenían modales distintos a la mesa.

FUENTE:
Snively, E., Cotton, J. R., Ridgely, R., & Witmer, L. M. Multibody dynamics model of head and neck function in Allosaurus (Dinosauria, Theropoda). Palaeontologia Electronica.

martes, 18 de junio de 2013

Notas cortas: el ictiosaurio que estuvo más de 50 años en un camino

Los ictiosaurios fueron un grupo de reptiles acuáticos que vivieron desde el Triásico temprano hasta la parte inferior del Cretácico superior (por lo que se extinguieron antes que los dinosaurios y otras criaturas al final del Cretácico). Estos reptiles fueron los más sublimes en cuanto a su adaptación al ambiente acuático, pues su forma corporal se asemejaba tanto a la de los peces que de hecho, su nombre significa "lagartos peces" y fueron aún más allá, pariendo vivas a sus crías y rompiendo todo vínculo con tierra como es posible en un reptil acuático.

El ictiosaurio Triásico Grippia (arriba) y el ictiosaurio del Cretácico Platypterygius (abajo), note la diferencia en la forma corporal. Ilustración por la paleoartista Maija Karala.

Estos saurios tuvieron tres grandes radiaciones adaptativas, la primera tuvo lugar a finales del Triásico y constó en la extinción de las formas primitivas y la fijación de la forma característica de pez; la segunda tuvo lugar durante el Jurásico medio y originó formas de grandes ojos, adaptados principalmente a la vida en las profundidades y la última acaeció durante el Jurásico tardío, se extinguieron las formas jurásicas y prevalecieron las formas estilizadas de aguas abiertas. Esta última radiación constó de sólo una subfamilia sobreviviente: Platypterygiinae. Quizá este declive guarda relación con la aparición de los feroces mosasaurios o con el declive de los belemnites, su dieta principal.

Árbol filogenético de los ictiosaurios calibrado con el tiempo geológico. Note las tres franjas grices que representan los eventos de radiación adaptativa de estos reptiles y la posición de Malawania como una especie que corresponde a la radiación y forma corporal Jurásica que se mantiene hasta el Cretácico. Modificado de Fischer 2013.

El mes pasado se publicó un estudio que pone en duda la historia "oficial" de los ictiosaurios del cretácico. Se trata de una nueva especie que por un largo tiempo se mantuvo como una piedra más en un empedrado para bestias de carga en Iraq a pesar de haber sido descubierta en 1950 por geólogos. Este bicho fue llamado Malawania anachronus y su nombre significa "nadador fuera de tiempo", haciendo referencia a su forma corporal y ubicación taxonómica, pues tiene forma de ictiosaurio Jurásico a pesar de ser del Cretácico  (129.4 a 125 Ma).

Reconstrución de Malawania anachronus por el paleoartista "NGZver".


Con este hallazgo se abren las puertas del estudio de ictiosaurios cretácicos del medio oriente y se plantea la posibilidad de que en realidad los ictiosaurios eran más diversos de lo que se pensaba.

FUENTE:
Fischer, V., Appleby, R. M., Naish, D., Liston, J., Riding, J. B., Brindley, S., & Godefroit, P. (2013). A basal thunnosaurian from Iraq reveals disparate phylogenetic origins for Cretaceous ichthyosaurs. Biology letters, 9(4).


lunes, 17 de junio de 2013

Notas cortas: Los dinosaurios carnívoros no cuidaban a sus pequeños

Todos los dinosaurios y sus descendientes las aves son y fueron ovíparos es decir, que se reproducían poniendo huevos. Los adultos de los animales ovíparos pueden o no hacerse cargo de sus pequeños durante algún tiempo, a esto se le denomina cuidado parental. Mucho se ha discutido sobre si los dinosaurios cuidaban o no de sus pequeños y esto cobra mayor importancia cuando traemos a colación a los ancestros o parientes cercanos de los ancestros de las aves, los dinosaurios terópodos maniraptores.

Zorzal real (Turdus pilaris) incubando en su nido.

Sabemos que algunos de estos terópodos incubaban a sus pequeños por evidencia directa de fósiles de nidadas que se conservaron con el adulto encima (como sucede con Oviraptor en Mongolia, por ejemplo) o bien, por evidencia indirecta como la disposición de los huevos y estructuras relacionadas a pisadas y actividad de incubación (como en el caso de Troodon en Norteamérica, por ejemplo). Sin embargo, nada sabemos sobre si una vez nacidos los pollos, sus padres los cuidaban.

Los carnívoros Troodon (izquierda) y Oviraptor (derecha) incubando. Reconstrucciones por el paleoartista "Calisisus".

Un nuevo estudio, publicado en Mayo de este año ha descubiertos dos cosas interesantes sobre la reproducción  de dinosaurios carnívoros. La primera es que tanto machos como hembras compartían la incubación de los huevos, lo cual sucede en la mayoría de las aves modernas. Y la segunda es que el tamaño de la nidada, en relación al tamaño de la hembra sugiere que los pollos de estos saurios eran como aquellos de los patos, crías listas para enfrentar el mundo y que no requieren cuidados de sus padres. Esto se ha visto en aves de linajes antiguos, avestruces, ñandúes, emúes, kiwis, patos, entre otras; esto indica que este comportamiento evolucionó primero en dinosaurios y se mantuvo en varios linajes.

La idea de bebés dinosaurio indefensos e inútiles es incorrecta, al menos en los terópodos maniraptores. En la ilustración pollos de Oviraptor ilustrados por el paleoilustrador Tuomas Koivurinne.


FUENTE:
Birchard, G. F., Ruta, M., & Deeming, D. C. (2013). Evolution of parental incubation behaviour in dinosaurs cannot be inferred from clutch mass in birds. Biology letters, 9(4).

jueves, 13 de junio de 2013

Notas cortas: ¿Cómo despegaba un pterosaurio?

Esta es otra entrada de "quiero saber más". En esta ocasión le daremos continuidad a un tema anterior llamado "el modo de vida de los azdárquidos" (clic para ver el tema).

Los pterosaurios fueron los primeros vertebrados en alzar el vuelo y remontar los cielos. Llevaron a cabo esta proeza aérea aproximadamente 100 millones de años antes que las aves y se mantuvieron como los amos de los cielos hasta hace 65.5 millones de años, cuando se extinguieron del todo. Sus fósiles son algunos de los más bellos y son relativamente abundantes. Con todo ello, poco sabemos de su paleobiología y menos aún sobre sus estrategias de vuelo.

Fósil de Pterodactylus antiquus, el primer pterosaurio descrito.

Uno de los más grandes misterios es su técnica de despegue. Se han propuesto algunos modelos importantes a considerar. El primero indica que se arrojaban desde lugares elevados y que eran las corrientes aéreas las encargadas de elevarlos en el aire. El segundo modelo apunta a que estos animales aleteaban desde el suelo para ganar impulso y volar (a este modelo lo llamaremos modelo "aviar"). El tercer modelo indica que estos saurios usaban sus alas dobladas para impulsarse en el aire desde el suelo y así ganar altura para el primer aleteo (a este modelo lo llamaremos modelo "murciélago vampiro").

Modelo dependiente de acantilado. En la imagen Ornithocheirus (izquierda) y Criorynchus (derecha). Ilustración de John Sibbick.

Modelo aviar. En la imagen, un esqueleto de Pteranodon con membranas alares reconstruídas. Tomado de Pterosaur Heresies.

Modelo murciélago vampiro. En el video el género Anhanguera. Reconstrucción por Raúl Martín.

El modelo de dejarse caer es poco factible, pues implica que los pterosaurios en tierra eran completamente inútiles y prácticamente estaban muertos. El segundo y tercer modelo son los más discutidos entre los paleontólogos y al parecer el modelo aviar es el más plausible. El modelo murciélago vampiro tiene algunos puntos en contra que lo hacen no imposible, pero si muy poco factible en la mayoría de pterosaurios.

El poco probable modelo de lanzamiento cuadrúpedo. En la imagen, el pterosaurio Tupuxuara, ilustrado por Julia Molnar.


FUENTE:
Habib, M. B. (2008). Comparative evidence for quadrupedal launch in pterosaurs. Zitteliana, 159-166.


lunes, 10 de junio de 2013

Notas cortas: el origen de los murciélagos

Esta es otra entrada de "quiero saber más". Esta guarda relación con la entrada "el origen de los roedores" (clic para ver). 

Los mamíferos comprenden cerca de 5,486 especies, de las cuales, el 41.5% son roedores y 20% son murciélagos. Esto hace de los quirópteros el segundo grupo de mamíferos más importante y diverso. Los murciélagos son fáciles de reconocer, pues sus miembros delanteros se han transformado en alas membranosas que les permiten el vuelo activo. Dentro de este grupo biológico encontramos especies diminutas como el murciélago nariz de cerdo de Kitti (Craseonycteris thonglongyai) que mide entre 30 y 40 mm de largo y pesa entre 1.5 y 2 gramos; así también encontramos especies grandes como el zorro volador filipino (Acerodon jubatus) que alcanza una envergadura de hasta 2 metros y un peso de hasta 1.5 Kg.

Los extremos en el rango de medidas de los murciélagos. Izquierda, Craseonycteris thonglongyai, tomado de Koshersamurai. Derecha, Acerodon jubatus, tomado de LucianoLuciano.

Los restos fósiles de murciélagos son poco frecuentes en el registro fósil dada la naturaleza frágil de sus esqueletos. Los más antiguos conocidos datan del Eoceno, de hace 52.5 millones de años e incluyen a las especies Icaronycteris index (Ícaro nocturno índice) y Onychonycteris finneyi (Garras nocturnas de Finney), siendo esta última la más primitiva de todos los murciélagos conocidos. Anteriormente se colocaba a los murciélagos como parientes cercanos de primates y colugos, en un grupo llamado Archonta sin embargo, análisis de ADN los sitúan como parientes cercanos de los pangolíes y los carnívoros.

Los murciélagos fósiles más antiguos y primitivos conocidos. Izquierda, Icaronycteris index. Derecha, Onychonycteris finneyi.

Tengan el arreglo que tengan, los murciélagos evolucionaron a partir de ancestros arborícolas que en primera instancia fueron planeadores y que con el tiempo adquirieron la capacidad de volar. Esta teoría está soportada por la presencia de garras en todos los dedos de Onychonycteris y de una garra vestigial en los dedos I y II de Icaronycteris, así como la presencia de una única garra en los pulgares de los modernos murciélagos, garra que usan para trepar, aferrarse y rascar.

Reconstrucciones de Onychonycteris (izquierda) e Icaronycteris (derecha). Note las garras en todos los dedos de Onychonycteris y la presencia de garras en el dedo I y II de Icaronycteris.

Estos noctámbulos alados, desde sus orígenes humildes representan una de las grandes historias de éxito de los mamíferos. Historia que aún hoy no deja de sorprendernos.


FUENTES:

Jepsen, G. L. (1966). Early eocene bat from Wyoming. Science, 154(3754), 1333-1339.

Simmons, N. B., Seymour, K. L., Habersetzer, J., & Gunnell, G. F. (2008). Primitive Early Eocene bat from Wyoming and the evolution of flight and echolocation. Nature, 451(7180), 818-821.

lunes, 3 de junio de 2013

Notas cortas: La ventosa anómala del Cámbrico

Vuelven las entradas de "Quiero saber más". En esta ocasión le daremos seguimiento al tema "el misterioso primer depredador" (clic para ver).

El primer depredador que dejó su marca en el registro fósil vivió entre hace 635 y 542 millones de años y seguramente era algún tipo de gusano y como tal, su cuerpo era blando y no se fosilizó. Tuvo que pasar algún tiempo para que los depredadores se tornaran lo suficientemente duros como para que se pudieran fosilizar. Uno de los primeros es el famoso Anomalocaris, un depredador gigantesco (para su época) que poseía una boca en forma de disco. En varios documentales podemos ver a este monstruo destrozando y devorando trilobites sin el mayor esfuerzo.


Por evocadora que pudiera resultar dicha escena de carnicería artropodiana, todo indica que es poco probable que tuviera lugar. Un nuevo estudio sugiere que el Anomalocaris y quizá otros miembros de su árbol familiar cercano no podían masticar de esa forma. Las primeras pistas surgieron al notar que el disco oral de este camarón anómalo del Cámbrico canadiense parecían estar doblados. ¿No se supone que esta imponente boca era rígida? Y si comía trilobites ¿por qué nunca aparecen sus partes en la región abdominal de Anomalocaris?

Discos orales de Anomalocaris donde se aprecia cierto grado de deformación, misma que no procede de la roca, sino del cuerpo del animal antes de fosilizarse.

El investigador James W. Hagadorn del Museo de Naturaleza y Ciencia de Denver, Colorado (EUA) ha puesto en duda esta noción y su estudio con bocas de este depredador ha demostrado algo insospechado. Anomalocaris tenía una boca suave compuesta de hasta 32 placas con movimiento independiente que al ser modeladas y analizadas resultaron ser demasiado débiles como para triturar caparazones de trilobites grandes. La única opción para sus bocas era tragar enteras larvas milimétricas de trilobite y otros bichos pequeñitos o bien succionar material suave. El gran camarón extraño ha perdido su reputación como carnívoro voraz y se aproxima peligrosamente hacia la hipótesis inevitable: quizá era un vegetariano. Después de todo, en los ecosistemas que conocemos los vegetarianos son más grandes que los depredadores.

La imagen típica del "asesino" del Cámbrico. Reconstrucción de Ryan Durney.

FUENTE:
Hagadorn, J. (2010, November). Putting Anomalocaris on a soft-food diet. In 2010 GSA Denver Annual Meeting.