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viernes, 9 de junio de 2017

¿¡Americanos hace 130,000 años!?

Hace unas semanas se publicó en casi todo medio de comunicación una nota con un titular algo así:

"Todo lo que sabíamos era una mentira, todas las teorías del hombre en América estaban mal"

Y bueno, pues muchos cayeron en los titulares color pollito que hacen referencia a un estudio que propone algo muy interesante que sí que cambiaría lo que sabemos de migraciones humanas, pero que tampoco es algo que nos haga arrojar todos los libros de ciencia por la ventana y prenderles fuego... El artículo científico se publicó este 27 de Abril en la revista Nature bajo el título "Un sitio arqueológico de hace 130,000 años en el sur de California".

Si gustan, pueden ver el video oficial de síntesis (en inglés) ¡incluye un científico escéptico!

Primero los hechos. ¿Qué dice realmente el artículo científico que da a conocer esto?

  1. Encontraron un yacimiento del Pleistoceno con restos fósiles de tres taxones: mastodonte (Mammut americanum), un caballo desconocido pero similar a Equus scotti, un venado del género Odocoileus y finalmente, restos de Canis dirus.
  2. En dicho yacimiento hay rocas grandes anómalas que no parecen naturales al sedimento donde están depositados los restos fósiles.
  3. Asociadas a esas rocas, hay un esqueleto parcial de mastodonte que muestra fracturas en espiral.
  4. Todo esto tiene una edad bastante antigua, estimada en 130,000 años antes del presente.
Hasta aquí todo bien, pero ¿qué significa todo esto en términos coloquiales? Bueno, de forma simple y según los autores del estudio: este sitio representa una zona donde antiguos humanos descuartizaron a un mastodonte.

Una escena similar a esta es la propuesta de este nuevo estudio. Obra de Greg Harlin.

Ok, pero ¿esto qué implica? De ser correcta la interpretación de los científicos que estudiaron estos restos: este hallazgo representa la evidencia más antigua de seres humanos en América. Pero no sólo antigua, ¡antiquísima! Pues la información arqueológica previa sugiere que los humanos ingresaron al continente entre hace 14 y 15 mil años antes del presente. La diferencia de edades es colosal ¡115,000 años! Esta diferencia es tan monstruosa que es como decir que los Homo sapiens arcaicos, antes de dejar África, inventaron la impresión 3D, los teléfonos inteligentes y las sondas espaciales.

Hace 130,000 años existían al menos tres especies bien conocidas en el mundo. Los Homo erectus (izquierda) que llegaron a vivir hasta China; los neandertales (centro) que vivieron en la parte boreal del viejo mundo, casi hasta Mongolia y nuestra especie (derecha) que para esta edad, aún estaba confinada en África.

Estas afirmaciones son muy grandes y como bien decía Carl Sagan: "Afirmaciones extraordinarias requieren siempre de evidencia extraordinaria". ¿Cuál es la evidencia para afirmar que este es un sitio arqueológico antiguo que rompe paradigmas de migración humana? Bueno, básicamente los autores del estudio afirman que:

El mastodonte fue trabajado por manos humanas que partieron los huesos con herramientas de piedra primitivas, hasta producir fracturas en espiral y podemos ver estas herramientas líticas en el yacimiento.

Esta afirmación tiene sus puntos débiles. Veamos. Se sugiere que las fracturas en espiral sólo se pueden producir por traumatismo producto de seres humanos rompiendo huesos con herramientas líticas. Los autores incluso hicieron experimentos demostrando en efecto que, se puede fracturar un hueso en espiral con este tipo de acciones. Vean ustedes mismos.


Video de experimentos de fractura en huesos de elefante. Original de Holen et al. (2017).

Si bien es cierto que este tipo de fractura se forma de manera habitual cuando los restos son trabajados por humanos, no son la única forma en la que se producen estas fracturas en espiral.

Huesos de Bison antiquus fracturados en espiral, producto de actividad humana. Izquierda: tibia y astrágalo. En medio: radio, ulna y porción articular distal del húmero. Derecha: acercamiento a la diáfisis del radio. Tomado de Kenady et al. (2011).

Resulta curioso que los autores ignoraran un importante trabajo publicado por Gary Haynes sobre huesos de elefante africano en depósitos naturales de cadáveres. Pues este estudio le da un tiro a la sugerencia de que los huesos fracturados en espiral son indicación de interferencia humana. En Shakwanki Seeps (Parque Nacional Hwange, Zimbabue) existía un cementerio natural de elefantes que mostraba hasta un 62% de huesos con fracturas en espiral, todas ellas producidas de manera natural y no por actividad humana.

Región distal de fémur de elefante, fracturado en espiral de forma natural. Tomado de Haynes (1988).

Con las manos en la cintura podemos entonces rechazar la hipótesis que sugiere como único agente de las fracturas en espiral el trabajo humano. Pero hay otros aspectos "tenebrosos" en el artículo. Por ejemplo, están las rocas que presuntamente fueron usadas como herramienta por los humanos para partir los huesos (que ya quedamos que no queda del todo claro que se hayan roto por esa causa). Dichas rocas son muy grandes y son anómalas al sedimento. Es decir, son muy grandes como para que la corriente de agua que depositó el sedimento, haya depositado también ¡menudos pedrones! Eso suena razonable para casi cualquiera, a no ser que estudies fósiles, estratigrafía y tafonomía.

Figura que aparece como suplemento en Holen et al. (2017), donde podemos ver algunos de los grandes clastos (el nombre técnico de las piedras estas) con presuntas marcas de impacto.

Para los criticones envidiosos sin quehacer escépticos como su servidor, la naturaleza de las rocas en el sedimento fino no son evidencia suficiente, pues no se trata de herramientas líticas en forma. Veamos por ejemplo un yacimiento mexicano de hace aproximadamente 13,900 años antes del presente, con restos de un Cuvieronius hyodon (un gonfoterio para los amigos) que fue consumido por humanos y probablemente cazado. Ahí, en "el fin del mundo" (así se llama el yacimiento) los elementos líticos son clarísimos como el agua, veamos:

Elementos líticos encontrados en asociación directa con un gonfoterio en el fin del mundo, Sonora. Acá no sólo vemos puntas de flecha clarísimas (especialmente la C), sino además, hueso tallado (figura G). Tomado de Sanchez et al. (2014).

Compare eso con la figura que presentan los autores del presunto mastodonte carniceado por humanos hace 130,000 años. Ok, ok... Cualquiera con sentido común me dirá "pero pequeño, no es lo mismo la tecnología lítica de hace 130,000 años que la de hace 13,900" y yo le diré "cierto, cierto... Pero hay que tener en cuenta que las herramientas líticas, por más viejas que sean -incluyendo las más antiguas conocidas, de hace 3.3 millones de años- tienen caras donde la roca fue trabajada". ¿Cumplen las rocas del estudio de Holen et al. (2017) este punto? No. Entonces ¿cómo saben que eran herramientas? Pues los autores se basan en las supuestas partes donde la roca fue fracturada al ser usada como martillo. Pero el detalle es que esas marcas de presunto uso pueden haber sido generadas de muchas formas, incluso rodando y chocando con otras rocas.

Una de las rocas con las que presuntamente se produjeron las fracturas en espiral al mastodonte. Tomada de Holen et al. (2017).

Otro argumento usado para validar que estas rocas son herramientas y no simples pedruzcos naturales es que "no hay forma que en sedimentos tan finos se presenten estas rocas tan grandes". ¿Será? Yo tengo algunas objeciones. La primera es que, no necesariamente es cierto que la corriente era débil. El lecho E, donde están depositados los fósiles contiene valores de entre >60% a >25% de arena y en mucho menor medida, limo. Esto indica que la corriente que depositó el sedimento no era tan débil como proponen los autores. Una corriente débil deposita principalmente arcillas y en menor medida, limos, pero no arenas.

El arenoso/limoso lecho E es donde se encuentran los fósiles de mastodonte y las rocas grandes que supuestamente son herramientas. Tomado de Holen et al. (2017).

Mi segunda objeción es que los clastos grandes no son antinaturales, demoniacos y su única explicación es haber sido puestos ahí por humanos. Entre muchos fenómenos existe uno denominado flujo gravitatorio, mediante el cual se depositan rocas "ajenas" en un sedimento fino. De los distintos flujos gravitatorios que hay, la simple caída y rodamiento explicaría la presencia de estas presuntas herramientas. Y esto tiene muchísimo sentido, si se considera que las rocas ¡son redondeadas! y la cantidad de energía necesaria para moverlas es muchísimo menor que la necesaria para rocas angulosas e irregulares.

Diferentes flujos gravitatorios. La caída es el que explicaría fácilmente la presencia de rocas grandes y redonditas en el lecho D, donde están los fósiles. Figura tomada de Miralles (2010).

Si aún parece que la única opción es que las rocas hayan llegado transportadas por humanos... Consideremos esto: los restos de vertebrados no llegaron por obra de magia. Fueron transportados y su comportamiento al hacerlo es el mismo que el de una roca. ¿No me creen? Es normal, pero pensemos un poco... Si los restos de los bichos no sufrieran ningún tipo de arrastre ¿qué pasaría?... Exacto. Estarían los esqueletos completos o casi completos. ¿Es este el caso? Ni de cerca. Veamos al mastodonte primero.

Diagrama de los restos de la excavación del mastodonte. Tomado de Holen et al. (2017).

Los restos del mastodonte están dispersos y muy fragmentados. Además, presentan direccionalidad. Estas características sugieren un depósito por corriente y no un sitio de carniceo como sugieren los autores del estudio. Preste particular atención estimado lector a la cantidad de pequeños fragmentos y a la ausencia de partes más o menos completas. Y si esto no fuera suficiente, nos muestran también el esquema de excavación del lobo, caballo y venado que encontraron en el mismo yacimiento. Veamos:

Mapa de excavación de Equus cf. E. scotti. Note la direccionalidad marcadísima de los restos. Evidencia de arrastre en dirección. Tomado de Holen et al. (2017).

Y ahora, el mapa de excavación de Canis dirus y Odocoileus sp. También con marcada direccionalidad. El venado aparece sólo en los cuadros H8 y H9. Tomado de Holen et al. (2017).

¿Qué podemos observar viendo los mapas de excavación de los tres animales? Lo mismo: 1) son restos fragmentarios, 2) son restos arrastrados por una corriente con dirección y 3) a pesar de las diferencias de tamaño, todos muestran el mismo patrón. ¿Entonces? Los restos no muestran un patrón de carroñeo o caza, sino uno de arrastre y acumulación natural. Alguien podría argumentar que sólo en el mastodonte aparecen rocas, por lo que son evidencia de haber sido llevadas. Pero a eso 1) en los esquemas del caballo y lobo no ponen rocas, sólo los huesos (las rocas se omitieron a propósito, si es que hay) y 2) los restos del mastodonte no son precisamente ligeras plumitas y fueron transportados y depositados allí, por lo que las rocas ya no suenan tan "fuera del sedimento".

Restos de mastodonte acompañados de rocas. Tomado de Holen et al. (2017).

Y aún hay más que podemos usar del caballo, lobo y venado para argumentar. Por ejemplo. El mastodonte procede de la capa E, pero los otros taxones vienen de la capa C. Y no sólo eso. Examinando por ejemplo la defensa del mastodonte, se puede apreciar que ésta inicia en la capa E (donde se depositó originalmente), pero atraviesa la capa D (de arenas medias) e ingresa a la capa C. Ahora, las defensas no atraviesan sedimentos por arte de magia y definitivamente no atravesaría la capa de arena a no ser que la energía de la corriente que la depositó fuera bastante fuerte (que es lo que llevo diciendo desde hace varios párrafos). La explicación alternativa (que siempre hay) es que la defensa fuera martillada en el suelo... Pero no hay evidencia de ello y sinceramente, suena descabellado.

A la izquierda, un perfil estratigráfico de dónde se encontró la defensa y las capas de roca sedimentaria que atraviesa. En la capa C coloqué las siluetas de la fauna asociada (siluetas de PhyloPic.org). A la derecha, foto de la sección transversal de la defensa, tal y como fue encontrada. Tomado de Holen et al. (2017).

Además de estas observaciones, existen discrepancias de fechas obtenidas del mismo sedimento. Por ejemplo, de la capa E, donde está el mastodonte, se obtuvo por luminiscencia óptica estimulada (en 2008), una edad de entre 72,000 y 78,000 años antes del presente, pero para el año siguiente (y por el mismo método) se obtuvieron edades de entre 38,000 y 70,000 años. Pasamos de una variación de edad de ¡6,000 años a una de 32,000 años! Pero aún hay más. El método de series de uranio torio de fechamiento proporciona edades también un tanto desviadas. Del mismo ejemplar (que se supone es un único individuo) se obtienen edades de entre ¡152,900 y 100,500 años! Tan "sólo" un rango de error de 52,400 años.


Sin embargo, todo esto no quiere decir que el estudio esté mal... Sólo que hay detalles que la prensa no te dirá (porque no saben cómo interpretar evidencia fósil, sedimentológica y estratigráfica).

En síntesis:

1) Las fracturas en espiral no son concluyentes para atribuirlas a actividad humana.
2) Los líticos son demasiado ambiguos como para representar evidencia humana.
3) La sedimentología del sitio indica arrastre.
4) La tafonomía indica depósito por corrientes moderadas a fuertes.
5) Los taxones son demasiado ambiguos como para asignar una edad de 130,000 años.
6) Los fechamientos proporcionan edades contradictorias sugerentes de contaminación.

En conclusión:

La evidencia de actividad humana sobre el mastodonte es bastante ambigua, por lo que ejercer la cautela sería la mejor opción. Si bien, el yacimiento revela una edad antigua, de un máximo de 152,000 años AP y un mínimo de 38,000 años AP, la edad no es fácilmente asignable y la fecha de 130,000 como promedio es cuestionable. No podemos descartar tajantemente que todas estas evidencias representen realmente evidencia de humanos en América durante el Pleistoceno medio, pero esto no cambia todo lo que sabemos, sólo nos muestra que una invasión fallida temprana ocurrió mucho antes de lo pensado. El resto de la prehistoria americana deducida por los restos fósiles y arqueológicos, así como por evidencia genética no queda en la basura, sino que es la historia más completa y no ambigua que tenemos a la fecha. Este nuevo aporte es más bien una sugerencia tentadora, pero no contundente de la historia temprana de la humanidad en América. Seamos un poco más críticos con lo que leemos.

Hasta la próxima estimados lectores.


Literatura consultada:



A manera de epílogo debo decir que en toda América del Norte no hay más que un solo sitio que tiene evidencias ambiguas de humanos tempranos en el continente: Chapala, Jalisco, México. Resulta que el Ingeniero e investigador Federico Adolfo Solórzano Barreto presentó con ayuda de otros colegas, una calota de este sitio. ¿Que tenía de especial? Poquito... Que era anatómicamente similar a Homo erectus. Si bien Solórzano y colaboradores no aseveran que la calota pertenece a esta especie, o que procede de sedimentos de hace 130,000 años o más de antigüedad, sí que demuestran que tenía una morfología inusual. Una réplica de la pieza se encuentra bajo exhibición en el Museo de Paleontología de Guadalajara, Jalisco. Este resto es INCREÍBLEMENTE sugerente y excita la imaginación a niveles desproporcionados. ¿Será que este cráneo raro sea realmente un H. erectus? Y de ser cierto, ¿tendrá algo que ver con el hallazgo de Holen y colaboradores?

Réplica de la calota que estudiaron Solórzano y colaboradores. El texto en la ficha vale bastante la pena. También vale la pena comparar este fragmento de cráneo
Fotografía de un servidor. 


Homenaje al Ing. Federico Adolfo Solórzano Barreto